Mas allá del debate generado estos días sobre la cuestión y se.alando que gran culpa en la crisis de reputación deriva de la mala gestión efectuada lo cierto es que el elemento clave que generó la situación no fue otra que el precio, y esto me llevo a pensar en los riesgos que puede tener para un profesional del ámbito jurídico la indefinición de precios algo que ya ha comentado en otras entradas de este blog y en la que se han recogido diferentes valoraciones sobre la base de la dificulta de precisar y cerrar precios de determinados servicios jurídicos.
Y es que no podemos pensar que algo así no nos ocurra algún día. Seguimos reacios a plantearnos como posible un escenario de quejas sobre abogados (y otros profesionales) en redes jurídicas pero ya hay aplicaciones como yelp que posibilitan el incorporar este tipo de negocios y someterlos a la valoración de los usuarios. Quizás sea demasiado temprano para que un cliente tome la decisión sobre este tipo de aplicaciones pero creo que no me equivocare si aventuro que en poco tiempo será habitual. Y será previsible que una factura entendida como excesiva (y es cierto que algunos abogados abusan de la indefinición de precios para efectuar elevadas facturaciones al final del proceso) pueda generar una crisis de reputación.
Esto incide en la conveniencia de precisar lo máximo posible los precios de nuestros servicios aun incidiendo en esa reflexión de como es muy difícil sino imposible el poder fijar por adelantado algunos de ellos para lo que como recogía en el blog de Esteban Umerez unte tar seguir un sistema orientativo y flexible parámetros de revisión y determinación del precio con conocimiento del cliente.
Así el precio no solo deberemos verlo desde parámetros de rentabilidad o de estrategia comercial de negocio, sino también desde la calidad percibida y la necesidad de comunicación del mismo y de su determinación al cliente.
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