viernes, 7 de junio de 2019

LA BATALLA JURIDICA DE LAS RENOVABLES

El pasado miércoles asistí a la charla organizada por la sección de Derecho Ambiental en el Colegio de Abogados de Zaragoza. La misma bajo el título "la batalla jurídica de las renovables" fue impartida por Juan Castro Gil abogado que ha llevado un gran número de contenciosos en relación a los pequeños productores fotovoltaicos.

Acudí a la charla por una doble alineación planetaria dado que mi propósito inicial no era ese. Cuando leí la comunicación del Colegio de Abogados no me pareció una charla que me pudiera interesar, máxime en unas semanas de bastante agobio de trabajo y de plazos. 

Pero el día antes de la misma, me llamó el promotor de la charla José Manuel Marraco que me tiene por una especie de influencer, para que le hiciera de comuniti manayer. Vamos, que utilizara mi pretendida influencia en redes sociales para que se supiera de la charla y que acudiera gente, que al fin y al cabo el ponente venía desde Lugo y que el patio estuviera algo florido. Abogado con gran sentido del humor, nos reímos sobre la cuestión y sobre una pequeña broma telefónica que me hizo en el pasado. Cumplí mi compromiso con él pero yo sabía lo que ya le había advertido, que las redes sociales no sirven para que la gente acuda a conferencias ni actos, así que imaginando que estaba preocupado por la posible baja afluencia (que así fue) a la charla me animé a asistir si podía.

La segunda estrella de la confluencia fue que la misma mañana de la charla me comunicaron que se había suspendido un juicio sobre recargo de prestaciones que tenía al día siguiente así que pude tomarme ese tiempo libre de la tarde para acudir y apoyar la iniciativa del compañero, aunque pensaba que me iba a aburrir como una ostra y además acudía bastante cansado por unas semanas infernales de trabajo ( y de más cosas).

Así que allí me planté, aunque no hubiera cocacola para todos ni nada de comer, en una charla cuyo tema no me interesaba inicialmente. Sin embargo, como manifesté posteriormente, me pareció ciertamente interesante y reflexiva.

Aunque el ponente nos dijo que iba a ser breve y luego no lo fuera y que como buen gallego (me perdonen mis amigos de aquella tierra a la que quiero tanto) envolviera cada idea con giros y más giros dialécticos sin acabar de aterrizar certeramente en la misma (los aragoneses somos muy distintos en eso y somos más de ir al grano) me hizo reflexionar y recordar una faceta de la profesión que me vino muy bien en este momento de replanteamiento de futuro.



Faltó quizás una introducción sobre la problemática que el ponente dio por sabida y conocida y quizás por ello ahora yo no sea preciso en la explicación. En este enlace hay más información pero en resumen muchas personas invirtieron una importante suma de capital en la instalación de placas fotovoltaicas en un momento en que tenían asegurado un precio de compra del kilowatio producido. Conforme a dicho precio, realizaron una inversión que era rentable pero con posterioridad el Gobierno de Rajoy recortó este precio lo que hizo que esas plantas pasaran a ser no rentables y muchos de esos productores tener problemas para devolver los préstamos que habían pedido para la inversión. En esta situación se plantearon a la Administración, reclamaciones patrimoniales en los juzgados en compensación por los daños causados.

Un resumen del resumen es miles de pequeños productores poniendo contenciosos contra el Estado en unos pleitos que sumados en conjunto iban a costar mucho, pero que mucho dinero al Estado si les acababan dando la razón. Y esto amigos, como explicaba el ponente, no es una situación fácil y tuvieron que lidiar con un obstáculo, tras otro. Con una pequeña batalla, tras otra pequeña batalla, y así constantemente.

En esa batalla global de las renovables, por un lado estaban los intereses de cada uno de los productores pero por otra parte el interés global de todos. El número les daba fuerza e individualmente considerados serían barridos sin problema. Ese número, como explicaba el ponente, les permitía acompañar la estrategia procesal de otras estrategias jurídicas o sociales, como alzar la voz en determinados sitios, acudir a determinadas reuniones o plantear reinvidicaciones ante determinados oídos. También les daba la fuerza del número para parar determinados golpes que iban sufriendo. Porque recordemos, el Estado se jugaba mucho, pero que mucho dinero en esos pleitos. Y eso pesa.

La charla fue precisamente sobre estas cuestiones. No se habló de leyes ni artículos y a pesar de eso se habló de Derecho. Y no se habló de técnica procesal o de sentencias, pero se habló de Justicia. Y se hablo de compartir la lucha y la trinchera y como muchos abogados no lo entienden.

Y creo que a los (pocos) abogados que estuvimos escuchando la charla, nos recordó lo que a mi me recordó. Esa llama que a veces se duerme y casi se apaga dentro de nosotros, pero que cuando se enciende y crece nos hace pelear cada batalla jurídica hasta el final. El sentir que nuestro trabajo se une al de muchas otras personas y que ganar en un contencioso significa no solo ganar ese juicio y la satisfacción del cliente individual, sino avanzar en garantías y mejora para el conjunto de los ciudadanos.

Siendo dos materias con pocas conexiones, me recordó al grupo de abogados de extranjería, esa comunión que existe cuando se gana una sentencia porque sabemos que es buena para todos, para nosotros como abogados y para los colectivos que defendemos. Y como cuando estás peleando esa batalla tú solo y desfalleces, de repente sabes que no eres tú solo el que estás ahí. Y te refuerzas y te levantas sacando fuerzas donde no las hay, para parar ese enésimo golpe y lanzando un contra ataque, seguir en la batalla.