Pocos me discutirán que el proces es un tema que polariza las respuestas y ante el que hay posicionamientos muy radicalizados y poco mesurados. Cada vez que el tema aparece en redes sociales es difícil encontrar una respuesta tranquila ante el mismo y que no parta como digo de un posicionamiento previo. Ello se extiende también a muchos profesionales con los que me relaciono a través de redes sociales y no es exclusivo de este tema y aplicable a otros, aunque probablemente no con la misma tensión e intensidad, en las opiniones sobre determinadas cuestiones pueden mucho los sesgos. Así es difícil encontrar quien da la razón a quien no le une un determinado sesgo.
Pero a diferencia de estos otros temas, el prucés nos está dando a los juristas un terreno para poder debatir y reflexionar sobre el ejercicio de determinados derechos fundamentales con escenarios a mi juicio muy interesantes y que si fueramos capaces de poder deshacernos de esos sesgos y de las connotaciones políticas y emocionales inherentes al pruces, y acercarnos con neutralidad, estoy convencido que nos podrían permitir avanzar en reflexiones jurídicas de calado sobre dichos derechos fundamentales.
Así por ejemplo, la colocación y "descolocación" de los lazos amarillos nos abordaría la utilización del espacio público para la comunicación de mensajes políticos por los ciudadanos; la propia libertad de expresión y la afectación a situaciones laborales (boicots a empresas mientras mantengan a directivos que han expresado una determinada posición ante el prucés); la emisión de consignas políticas por los altavoces de un ayuntamiento (el de Vic).y otros. Pongo solo estos ejemplos porque son los que he apreciado en los ultinos tres días de aterrizaje vacacional. Los escenarios como digo son seguramente muchos y afectan al ejercicio de derechos fundamentales.
Me parecen escenarios del todo interesantes para poder reflexionar sobre el ejercicio de esos derechos fundamentales, una reflexión del todo positiva para otras situaciones que nada que tengan que ver con el tema en cuestión. Sin embargo, no veo que se produzcan esos debates enriquecedores serenos y abstrayendose de la cuestión política. Probablemente esta sea la principal oportunidad jurídica perdida, la de que los juristas (ultimamente denostados) seamos incapaces de abstraernos del comportamiento generalizado y aportar esa visión constructiva, argumentada y razonada, que valdría (si fueramos del todo optimistas) para aportar algo de sentido común a una situación cada vez más tensionada.
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