He utilizado este blog en muchas ocasiones para compartir reflexiones en relación al ejercicio profesional de la abogacía y la adaptación a las nuevas situaciones que se van produciendo. Remarcaría en este momento dos cuestiones que considero claves: la necesidad de dar un valor añadido y la tendencia a la microespecialización.
Creo que la microespecialización (desarrollaré una entrada explicativa más adelante) no va a ser exclusiva de los servicios legales sino prácticamente de todos los servicios. Cada vez es más frecuente que quien tiene una necesidad acuda a google (el buscador por excelencia) y contrate a quien encuentre buscando su necesidad concreta. Este tipo de servicios pueden prestarse por organizaciones pequeñas, automatizando procesos y sin necesidad de muchos recursos humanos.
La necesidad de dar un valor añadido a los servicios conducirá necesariamente a formar alianzas con quienes se pueda facilitar dar estos servicios complementarios no necesariamente estrictamente legales.
En España el porcentaje mayoritario de abogados en ejercicio son abogados que funcionan de manera individual, como mucho agrupados en dos o tres personas, muchos de ellos compartiendo espacios físicos como sistema de reducción de costes. Su tendencia a la prestación de servicios generales así como la reducción del mercado tanto por volumen en sí como por la irrupción de otros prestadores de servicios pone en peligro la continuidad de este modelo de negocio realizado por muchos.
Ello me hace pensar que es positivo tender hacia la agrupación de profesionales generando alianzas con beneficio mutuo para los profesionales que la formen.
La elección de las personas con quienes desarrollar proyectos es esencial. Solemos cometer el error de pensar que por la existencia de afinidad personal, llevarse bien o divertirse conjuntamente, una persona es la ideal para poder emprender un camino profesional conjunto. Esto suele conducir a escenarios de error donde además no se han previsto como solucionar conflictos en ese momento.
Lo importante es tener claramente identificados los objetivos, entender de la misma manera el proyecto y el desarrollo del mismo y compromiso en su ejecución. De no darse estos parámetros la vida del proyecto será corta.
También que cuando se detectan las primeras indicaciones de que existen divergencias sobre objetivos, proyecto o compromiso se afronten y de no arreglarse se cierre el proyecto. Pensar que las cosas se acabarán solucionando o que afrontar las mismas no es prioritario es también un error que se pagará caro con posterioridad.
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