Mientras desayunaba, miraba tuiter y me enteraba de que una mujer había aparecido muerta en Zaragoza y que presuntamente se sospechaba que podía ser un caso de violencia de género al aparecer su cuerpo en el domicilio de un hombre que se había suicidado en Teruel. Poco después, en el grupo de amigos de la facultad se compartía una noticia en la cual se decía que esa mujer era abogada. Sin dar los datos personales incialmente pero una media hora después, ya se sabía quien.
Que triste, Rebeca, cuando he leído tu nombre. No me lo podía creer. Mi mente y mi cuerpo ha tardado unos minutos en asimilarlo. Y he sentido una profunda tristeza mientras la noticia saltaba de grupo en grupo de whatsapp de abogados y yo solo podía decir que sí, que te conocía y que me había quedado sin palabras, helado, al enterarme.
Que triste tener la sensación de que no podía tragar la noticia, mientras tenía que salir de casa porque tenía una visita en el despacho y tenía que ser puntual. Que triste, tener que desdoblarse y continuar con la rutina del despacho sin poder aparcarlo mientras sigues impactado.
Que triste pensar que no es justo que esto le pase a una buena persona. Que a las buenas personas no deberían pasarles cosas malas. Y que la vida es injusta.
Que triste decirles a los clientes que estás en shock por lo sucedido pero tener que atenderlos sin que hagan el más mínimo amago que indique que su necesidad no es prioritaria. Que triste tener que despacharlos lo más rápidamente que puedas para ir corriendo e intentar llegar a la concentración convocada en el Colegio de Abogados.
Que triste ver a los compañeros impactados, pues eras muy apreciada, Rebeca. Que triste la sensación compartida de como podías pasar a ser una estadística o ser objeto de informaciones morbosas y que te diluyeras en ello.
Que triste asistir a las primeras elucubraciones sobre la causa de tu muerte. Que triste tener que decir, que me daba igual el motivo, que para mi lo verdaderamente importante es que te habían matado. La sensación de pena por la pérdida de una gran persona es indiferente fuera cual fuera el motivo de quien te quitó la vida.
Que triste tener que volver al despacho cuando no eres capaz de trabajar a ver si alguna notificación tiene un plazo imperante, tras dos días sin acceder al correo electrónico. Contestar mails de clientes con sus exigencias habituales ajenos a lo que muchos compañeros estabamos sintiendo en esos momentos.
Que triste tener la sensación de que si tu muerte no se hubiera catalogado como violencia de género no habría habido tantas concentraciones. Como si no te las merecieras por ser quien eras y fuiste.
Que triste que lo que se hable de ti sea sobre las circunstancias de tu muerte y no sobre tu calidad humana y profesional. Que triste que parezca que lo más importante en estos momentos sean los detalles morbosos sin importar el dolor de tu familia y seres más cercanos.
Que triste que el periodismo se convierta en airear datos que no deberían salir de tu esfera de intimidad. Que triste darse cuenta de que ese periodismo basura porque hay un montón de personas basuras a quienes les interesa ese morbo. Que triste que hagan conjeturas, critiquen tus decisiones y de manera directa o indirecta te culpabilicen de tu muerte. Que triste que se aproveche para criticar la reinserción de los presos tu muerte, cuando tu vida ha trabajado precisamente por la reinserción de los mismos y por el respeto y garantías de ejercicio de sus derechos como presos
Que triste.
Estimado compañero. Qué bonitas palabras dedicadas a la compañera que tristemente ha fallecido. Comparto tu dolor, y me identifico con tu publicación. Es bonito comprobar que existe el verdadero compañerismo en nuestro oficio. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias
EliminarQuerido Alfredo me sumo a tu tristeza y a la sensación de cansancio en el alma ante la estupidez y miseria humana y qué razón tienes en el mensaje claro, abierto y sincero de una persona que ve y siente más allá del ensordecedor ruido que nos acompaña cada día, no conociaa Rebeca pero en tus palabras trasladas un pequeño esbozo de la persona que fue, lo siento mucho y te acompaño a ti y a los suyos en el mar de la tristeza.Un abrazo enorme
ResponderEliminarSólo puedo decir que me han robado a mi prima tan buena tan risueña tan humilde tan solidaria tan tan tan hay tantos porqués que la hacían especial siempre sonriente con un gran sentido del humor que crueldad del destino sin límites espero que el mundo divino la trate como una reina porque es lo que se merece porque en el terrenal así se ha ido como impecable profesional y persona extraordinaria
ResponderEliminarTe acompaño en el sentimiento. Efectivamente, la mejor manera de definir a Rebeca que he leido estos días es con su sonrisa. Así la recuerdo, sonriente
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