Estos días ha existido controversia en la comunidad jurídica en tuiter por la existencia de unas publicaciones en las cuales se "destapaba" quien estaá detrás de perfiles anónimos de jueces en tuiter. Pongo las comillas porque una lectura de esas publicaciones no indicaba la existencia de pruebas categóricas de que las personas indicadas fueran las usuarias de las cuentas de tuiter, a pesar de lo cual se dieron por válidas sin más.
Al principio pensé en escribir una entrada en mi blog penal realizando un análisis de las citadas conductas de revelación de usuarios desde esa perspectiva. En tuiter se generaron algunos debates también incluyendo cuestiones del Reglamento General de Protección de datos (por la reversión de la pseudoanonimización ) o incluso por si se había lesionado el derecho al honor o a la propia imagen. (en este enlace uno de esos debates en tuiter).
Creo firmemente en que la decisión de permanecer anónimo debe ser libre y como tal respetada, otra cosa es que una cuenta anónima esté realizando un comportamiento fraudulento, inmoral, un engaño o algún ilícito, lo que claramente no ocurre cuando se trata de expresar libremente opiniones y el anonimato es un medio de ello (ocurre con los jueces que mayoritariamente tienen este tipo de perfiles y sobre ello ya escribí en este blog hace cinco años) o cuentas parodia o jocosas o simplemente una mera elección personal.
Al respecto voy a contar una pequeña historia personal Mi primera aproximación bruta a las redes sociales lo fue en el llamado foroterra un foro muy particular donde había muchos mas nicks que usuarios reales, es decir que la mayoría tenían varios nicks con los cuales se troleaba (por decirlo finamente pues aquello en ocasiones hubiera desesperado a un psiquiatra). Así que años en el foroterra me desarrollaron un ojo especial, como el policía que "apatrulla" la ciudad, atento a cualquier matiz que pueda desvelar pistas sobre quien está tras una cuenta anónima. Es ya una deformación profesional.
Esa deformación profesional me hizo sacar conclusiones sobre una cuenta anónima de juez a quien ubiqué en un determinado partido judicial en el que tuve un juicio, partido judicial con dos juzgados. Así que hacia allí me dirigí pensando que con mucha seguridad, al 50% de probabilidades celebraba con un juez tuitero. He de decir que las pistas que me indicaron su localización fueron dos tuits de los muchos que ha puesto y que cuando entré en sala tuve la total seguridad de que era quien pensaba, por coincidir su fisonomía con una foto desenfocada suya que puso un día y la cara que puso al verme entrar y su lenguaje corporal.
Teniendo la certeza de haber acertado, no dije publicamente ni donde ni con qué cuenta de tuiter había tenido un juicio, pues haberlo dicho implicaba otro indicio a sumar a otros ojos que pudieran estar elucubrando sobre quien está tras el anonimato.
Cuento esta anécdota para indicar primero que nadie somos nadie para decir quien está detrás de un perfil anónimo y por otro lado con qué poca información vertida, un ojo atento puede levantar un anonimato y por tanto el cuidado que han de tener quienes quieran mantenerse en esa situación.
Cuando esta practica, como la que se ha realizado con las publicaciones, va dirigida a levantar el anonimato contra su voluntad, se denomina doxing y se realiza mediante ingeniera social, que es un estudio de la información que consciente o inconscientemente vertemos en redes sociales. Además, a veces puede ser tan sencillo como búsqueda mediante fotos que se han publicado (pues solemos tender a publicar la misma información en otras redes donde no estamos anónimos y son perfiles públicos), por geolocalización, etc, es decir que somos nosotros mismos los que estamos dando las miguitas que llevaran hasta nuestra identidad.
Respecto al debate jurídico lo hay y mucho y como tantas veces quizás no hay una respuesta adecuada ante conductas que pueden ser peligrosas pues van dirigidas a fomentar el acoso y coaccionar la libertad de los usuarios de la red, en este caso a verter sus opiniones libremente, con el añadido de repugnacia de realizarse por motivaciones ideológicas.
Como tantas veces, la red social en cuestión no da una solución a este tipo de conductas, la comunidad tampoco realiza un reproche (todo lo contrario, son comportamientos que son jaleados y ayudados en la difusión) y son perjudiciales no solo para las personas que les ocurren sino para el colectivo dado que afectan a que las redes no sean espacios seguros donde poder expresarse en libertad.
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