Hago esta entrada para que tú, amable lector, leas otro blog. Se trata de esta entrada , Su autor se lo merece, un jurista conocido en el mundo de la divulgación de conceptos jurídicos. Se lo merece por valiente. Por escribir sobre un tema sobre el que muchos no escribimos por miedo.
Hace unos días mientras empezaban las fiestas del Pilar observé un cartel en la calle en el que se mandaba un mensaje como si todos los hombres fueramos unos violadores. Me lanzaba raudo a manifestar mi indignación en redes sociales cuando mis acompañantes me hicieron desistir y me decían "Alfredo, tienes un negocio". Y desistí de mi intención. Fui un cobarde. O alguien sensato. Muchas veces viene a ser lo mismo.
En aras de objetivos indiscutiblemente queridos por todos, como erradicar la violencia de género, se están realizando propuestas que atacan a principios que los juristas (y por lo visto no la sociedad) entendemos como sagrados, como la presunción de inocencia, las garantías procesales en procedimientos judiciales, y otros. No es solo en este campo. En muchos otros se impone una especie de "el fin justifica los medios".
Cada vez se producen más disociaciones entre estos conceptos y situaciones que generan indignidad en la sociedad (pasó con la sentencia de la Manada y podemos poner muchos más ejemplos). Se producen juicios mediáticos y paralelos, linchamientos de hordas exaltadas y cada vez menos voces se atreven a levantar la voz indicando la vulneración de derechos que esta u otra propuesta implica. Y cuando alguna de esas voces es escuchada, la mayoría de las veces no es entendida.
En que esa voz sea entendida tenemos que hacer una reflexión y un trabajo los juristas. También lo debemos hacer en no estar callados y en no tener miedo. Claro que sería más fácil si ese trabajo no haya quedado sobre las espaldas de pequeños y aislados juristas individuales, que con sus pequeñas o más grandes herramientas tratan de indicar lo equivocado, atroz, erróneo de esas propuestas. Con argumentos y con razones. Unos idealistas sin duda en estos tiempos de exaltación de pasiones y posturas sustentadas en la irracionalidad.
No deberían estar solos y soportar sobre sus espaldas improperios, injustas estigmatizaciones o ataques personales (y tan pronto pasas a ser un fascista como un rojo según lo que estés defendiendo). De algún modo, los diputados que son quienes deberán aportar esos razonamientos jurídicos, estrategias y políticas legislativas los abandonado porque saben que los votos son emocionales y no racionales y prefieren surfear las hordas indignadas de turno. Con honrosas excepciones el periodismo alienta y acelera estas hordas, aviva los fuegos y se nutre de ellos.
Pero lo que más duele, es que quien debería acompañar, ayudar y potenciar esa labor, siendo también altavoz de esos mensajes, la abogacía institucional, calla como si también pareciera que le importara más la apreciación de la masa (y prefiero no pensar por qué, pues le encuentro pocas explicaciones y a cual peor) que la defensa de valores jurídicos esenciales.
Aunque solo fuera porque luego quienes dicen defender, los abogados, se ven a los pies de los caballos, atacados, denostados, denigrados y amenazados en redes sociales por hacer su función: defender. Hacer efectivos derechos fundamentales. Sustentar el Estado de Derecho.
Así que aquí está mi pequeño homenaje. Mi manera de decir, no estáis solos en vuestras críticas objetivas y en vuestra defensa de valores constitucionales y derechos fundamentales. Aunque hacerlo os suponga ser culpables, sin juicio.
"Derechos Fundamentales y Libertades Publicas".
ResponderEliminarTe muestro mi apoyo, coincido con tu forma de ver las cosas.
A menudo echo en falta información clara, contrastada, veraz, objetiva.
La misma noticia, según el color de su tinta, relatan situaciones opuestas.
Los periodistas, o reporteros más bien, dominan la palabra como herramienta de la verdad, verdad que queda en segundo plano una vez se narra la ¿Noticia? No, más bien los "sucesos".