domingo, 12 de febrero de 2012

LA REFORMA LABORAL - Cuestiones no jurídicas

Prácticamente no hay día en que no nos sorprenda alguna novedad. Hoy (y no mañana) entra en vigor la reforma laboral realizada por el partido popular. Otros blogs escribirán entradas técnicas sobre la misma. Quizás yo mismo, más adelante, destine alguna entrada sobre alguna cuestión específica. Hoy, domingo, prefiero hablar de cuestiones no jurídicas más sociológicas, como reflexión sobre la misma.

Un simple ojeo por encima, me hizo dejar para más adelante una lectura en profundidad. En ese primer vistazo vi que la reforma afectaba a muchos aspectos, quizás demasiados. Algunos de ellos, viejas pretensiones de una parte de la ecuación: los empresarios. Otros, no obedecen a pretensión alguna de parte. O mejor dicho, no obedecen a pretensión de ninguna de las partes clásicas: empresarios, sindicatos, trabajadores. O al menos, nunca verbalizadas por los mismos. Lo que me lleva a preguntarme ¿a qué intereses se atiende?.


Me refiero en particular, a aquellas cuestiones que devastan (utilizo conscientemente el verbo) la posición tradicional de los sindicatos. Desde hoy, el status quo en las relaciones laborales, ya no será el mismo, ni el que hemos conocido. Afectaciones a los convenios, modificación de la tramitación de los EREs por no hablar en sí que toda acción que debilite los derechos de los trabajadores, debilita también cualquier posición de negociación por su parte.

El derecho civil parte de una (irreal) igualdad entre las partes, de ahí unos de sus principios sagrados, la libertad de pactos. El mismo se ha visto moderado en la actualidad precisamente por la evidencia de la falta de igualdad, de ahí por ejemplo una normativa que tiene como objeto proteger a una de las partes, como es el derecho de los consumidores.

El derecho laboral, surge precisamente ante una situación de desigualdad. No es la misma posición la del empresario que la del trabajador, y de ahí un derecho y jurisdicción tuitiva del más desprotegido, el trabajador. Esto, en teoría. La evolución de los últimos años, tanto en las reformas laborales como la propia práctica del derecho en la jurisdicción laboral hace matizar muy mucho esta condición. Ahora, sin duda, todavía más. Una reforma (y las anunciadas para un futuro en otras cuestiones, como competencias de las mutuas) que SOLO va en contra de los derechos de la parte que "per se" es la más débil, no puede ser vista con alegría o satisfacción. Sin necesidad de un mayor examen de la misma. De una manera intuitiva, deberiamos entender como ciudadanos, con o sin conocimiento, que es injusta. Algo falla pues cuando no es así.

¿Por qué hemos llegado hata aquí? Ciertamente tenemos una grave situación económica y una crisis de sistema, con un número intolerable de desempleados. ¿que se nos ofrece desde el gobierno? Un cambio de reglas. Y perjudicando al más desfavorecido. Algo no cuadra ¿verdad?

Pero nunca hubieramos llegado a esta reforma, sin una serie de factores previos, más allá de la situación económica. Y en que se haya producido tiene una gran responsabilidad los sectores denominados de "izquierda". En primer lugar, desde hace años también hemos asistido a un proceso de desideologización de la sociedad, a un desmantelamiento oficiado por el bipardismo. No solo han intervenido los partidos mayoritarios, también los sindicatos, abandonando sus cometidos tradicionales y embarcandose en la construcción de nuevas estructuras más preocupadas por la gestión de dinero (subvenciones y fondos europeos) que por su papel esencial.

Lo más curioso de esta aberrante acción de los sindicatos, es que se han precipitado hacia el abismo mientras se iba construyendo un potente discurso antisindical. Es decir, que siendo plenamente conscientes de la existencia de una campaña difamatoria contra los mismos, no han hecho más que dar argumentos a quienes hacían un caldo gordo dirigido a que la sociedad concibiera la inutilidad de los mismos. No pueden ser más torpes. Su capacidad de convocatoria queda en evidencia con el hecho de que ante una reforma que les ataca directamente a ellos, y no como las anteriores que no afectaban a su posicion (sí a la de aquellos que teóricamente defendían), son incapaces de convocar una huelga general, sino que hacen una acción de protesta en domingo. Acojonante. Probablemente no hay mayor medida del miedo que ellos mismos tienen a su falta de convocatoria.


En segundo lugar, la cada vez más extendida falta de conciencia colectiva, en el sentido de que cada vez somos menos los que entendemos que es importante y positivo para los intereses de todos, defender intereses comunes, aunque no sean específicamente propios. Una situación de mejora de derechos, es buena para todos. Que se recorten derechos, es malo para todos, aunque no sean derechos que previsiblemente yo vaya a ejercer. En esta situación, es muy fácil desmantelar conquistas sociales, que han requerido décadas de esfuerzo para su consecución.



Nuevamente me estoy extendiendo más de lo que tengo establecido como norma para este blog, así que dejo otras cuestiones para otra entrada

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