sábado, 26 de octubre de 2013

TURNO DE OFICIO: SU NECESARIA PUESTA EN VALOR

No es algo propio de una concreta comunidad. Andan muchos compañeros de Zaragoza soliviantados ante el nulo reconocimiento que de la labor de los abogados del Turno de Oficio tienen las instituciones públicas, lo cual extienden también a nuestro Colegio. Y hoy tengo conocimiento a través de tuiter de unas impresentables declaraciones del Consejero de Justicia de Andalucia que se pueden leer aqui.

El denominado turno de oficio se confunde con la justicia gratuita, regulada por ley actualmente en trámites de reforma. La ley establece unos derechos para los ciudadanos y una obligación para los Colegios de Abogados y de Procuradores de prestarlos. Vease su artículo 22.

Artículo 22. Gestión colegial de los servicios de asistencia letrada, de defensa y de representación gratuitas.
Los Consejos Generales de la Abogacía Española y de los Colegios de Procuradores de los Tribunales de España y sus respectivos Colegios regularán y organizarán, a través de sus Juntas de Gobierno, los servicios de asistencia letrada y de defensa y representación gratuitas, garantizando, en todo caso, su prestación continuada y atendiendo a criterios de funcionalidad y de eficiencia en la aplicación de los fondos públicos puestos a su disposición.
Los Colegios de Abogados implantarán servicios de asesoramiento a los peticionarios de asistencia jurídica gratuita, con la finalidad de orientar y encauzar sus pretensiones. Dicho asesoramiento tendrá, en todo caso, carácter gratuito para los solicitantes.
Los Colegios de Abogados facilitarán a los solicitantes de asistencia jurídica gratuita la información necesaria en relación al cumplimiento de los requisitos para su concesión, así como el auxilio en la redacción de las solicitudes correspondientes.

Suelo poner un paralelismo al explicar esto. Imaginese lector, que la normativa que regula el derecho a la salud, establezca sus derechos y obligue a los Colegios de Médicos a prestarla. El detalle de la obligación es importante, pues establecida la obligación luego viene la contraprestación o indemnización, pero la obligación va por delante. Ya estamos obligados a prestar ese servicio, con lo que nuestra capacidad negociadora de unas buenas condiciones se reduce. Y todavía se reduce más si la mentalidad no es la adecuada, como voy a tratar de explicar.

Hay muchas maneras de entender el turno de oficio, pero voy a contraponer dos. Una se caracteriza por cierta altivez en la prestación heredera de la mentalidad caritativa con la que se prestaba la justicia gratuita hace decadas, la denominada justicia de pobres. Quien tiene esta mentalidad, que muchas veces no integra el turno de oficio, piensa que la adscripción al turno es voluntaria, y que lleva aparejada una serie de inconvenientes (miseria retributiva, retraso en cobrar dicha miseria, carencia de medios y de respeto) y que quien se adscribe debe aceptar esos aspectos negativos. Con hidalguía. Creo que muchas juntas de Colegios piensan así.

Frente a ella otra mentalidad, que es la que defiendo. La justicia gratuita y el turno de oficio están íntimamente relacionadas con derechos constitucionales, con la tutela judicial efectiva, con el derecho de defensa. Se trata de un servicio público, que debe prestarse en las mejores garantías y con la menor penosidad posible para quien la presta, precisamente por afectar a dichos derechos constitucionales. En este marco, no solo es esencial el que se retribuya dignamente sino también cualquier mejora en la prestación del servicio, incluyendo el debido respeto por el resto de los intervinientes (jueces, secretarios judiciales, funcionarios, policías, etc.).

La manera de afrontar la defensa de los intereses de los colegiados con ambas mentalidades es radicalmente distinta. Con la primera se limitirán a aceptar unas condiciones deplorables. Con la segunda, y teniendo conocimiento de lo que implica el turno, las mejoras obtenidas lo serán para todos.

Pero si ya cuesta que las Juntas de los Colegios entiendan esto; lo verdaderamente lamentable es que haya políticos responsables de Justicia que no entiendan el valor de los abogados y procuradores que prestamos el turno de oficio.

Por cierto, se imagina usted cobrando a un año vista y adelantando todos los gastos? Pues eso es lo que les está pasando a los abogados del turno de oficio.

Nota.- El tema del turno de oficio lo he tratado en otras entradas:

La privatización del SAOJI

La pretension de reducir las retribuciones del Turno de Oficio

Que es un abogado del turno de oficio

Prejuicios sobre el abogado del turno de oficio

El necesario respeto a los abogados del turno de oficio

La gestión del turno de oficio

Y una de las muestras de esa mentalidad que critico aqui

miércoles, 23 de octubre de 2013

COLEGIOS PROFESIONALES O ASOCIACIONES DE PROFESIONALES

Existe una corriente cada vez más frecuente de pensamiento crítico en relación a la función de los Colegios de Abogados entendiendolos como organismos innecesarios. Hay compañeros que piensan que es preferible que los mismos sean sustituidos por asociaciones de profesionales, por entender que estas van a satisfacer mejor sus intereses.

Parto de mi percepción de la existencia de ciertas notas similares de crítica o descontento en abogados de diferentes Colegios en relación a la función, gestión y necesidad de los mismos. Es decir, que independientemente del tamaño territorial de los mismos y de su número de colegiados, son quejas comunes a los mismos.

Vaya por delante que creo en los Colegios Profesionales, creo en que los mismos han de tener un importante papel, participo en la comisión del turno de oficio del Colegio de Abogados de Zaragoza y soy miembro de varias secciones del mismo, incluso de la junta directiva de una de ellas. Todo ello precisamente en coherencia con ese pensamiento. También he sido impulsor de una organización de abogados “J de Justicia” dirigida precisamente a facilitar, mediante el cambio del sistema tradicional, la participación de los abogados en mi colegio. Así mismo, reconozco públicamente la labor de Colegios y decanos como el de Cartagena, absolutamente activo en la defensa de nuestros intereses. Y todo ello porque considero importante atender a la defensa de los intereses del colectivo, para defenderlos y que por tanto, una importante herramienta ha de ser el propio Colegio.

Aun así hay aspectos a mejorar indudablemente. Las actuales dimensiones y estructuras de los Colegios son ineficientes. Muchos de sus recursos son mal utilizados, o se destinan en manera excesiva a acciones que no redundan en el beneficio del colectivo; se miden mal los mismos y se negocian inadecuamente las contraprestaciones por obligaciones (véanse los servicios de orientación jurídica, en general colapsados). Su propia estructura genera ineficacia con juntas sustentadas sobre el esfuerzo personal de sus componentes, sin contar con delegación de competencias o de responsabilidades integrando y dirigiendo cada uno de ellos grupos de trabajo. Esto hace que los mismos se sientan superados y no sean capaces de atender adecuadamente las necesidades del colectivo por mucho empeño o voluntad que pongan.

Creo que muchas juntas carecen de objetivos estratégicos para el colectivo. Cuando se plantean unas elecciones hay candidaturas que no piensan más allá de llegar al cargo, sus programas no traslucen una visión de la abogacía y de las necesidades de esta, una definición de objetivos para atender sus intereses y una planificación estratégica acorde a lo anterior. Tampoco se produce rendición periódica de esos objetivos a los miembros del Colegio ¿algún colegiado tiene conocimiento de cuales son esos objetivos o tiene manera de medir el cumplimiento de los mismos?

Que decir de la comunicación y la participación. Muchos Colegios trabajan de espaldas al colegiado y este no se siente escuchado. No se fomenta la participación ni hay una comunicación adecuada.

Pocos de ellos han incorporado las facilidades que generan las TIC para la participación y la comunicación. Un Colegio puede pulsar con total facilidad a través de las TIC la opinión del colectivo a la hora de tomar una decisión. Tampoco son utilizadas para mejorar la comunicación tanto hacia los colegiados como hacia la sociedad, salvo excepciones como el Colegio de Abogados de Cartagena todo un referente en estos aspectos (su decano llego a crear un blog para recoger propuestas de enmiendas al nuevo estatuto de la abogacía española, tiene canal de Youtube, etc.).

Lo grave de todo esto, es que es un reflejo de lo poco que importan los colegiados. Si los colegiados fueran importantes para la Junta en cuestión, se optimizaría la comunicación y la participación.

A resultas del análisis expuesto, optar por un modelo asociativo corregiría todo esto? No necesariamente. Si el modelo asociativo reproduce las anteriores deficiencias, o no las corrige adecuadamente poco habremos hecho.

La deficiente cultura democrática en España hace que no haya un movimiento asociativo fuerte, que sea escaso y que reproduzca los males endémicos de otras herramientas democráticas como los partidos políticos. Las asociaciones se configuran en estructuras de poder, tienen fuertes conflictos internos y como cualquier otra organización son renuentes al cambio. Tampoco suelen tener adecuados sistemas que fomenten la participación interna. El uso de las TIC es residual.

Poco hacemos por tanto reproduciendo errores y esquemas. Si las asociaciones no tienen una planificación estratégica para conseguir objetivos, siguen sustentando todo sobre el esfuerzo personal de unos pocos, la Junta lleva toda la carga de acción y no se fomenta la implicación de los socios y se vuelve a producir una separación entre miembros de la junta y representados; olvidando fomentar la participación y sin creer en la importancia de la comunicación; simplemente sustituiremos Colegios por asociaciones y seguiremos igual.

 Aunque es cierto que las asociaciones son un excelente sistema para llegar a aquellas partes en que los Colegios no llegan, o incluso para mejorar y promover la participación en los mismos. Con un déficit añadido, su fuerza vendrá de la potencia de su asociacionismo, consiguiendo una mayoritaria adhesión y numero de socios. Dicho de otro modo, una asociación tendrá tanta fuerza como abogados sean socios y por tanto represente efectivamente.

A título de ejemplo, en Zaragoza recientemente se ha constituido una asociación de abogados del turno de oficio. Su constitución se ha hecho con opacidad, falta de transparencia, a espaldas de la generalidad del colectivo y buscando que no fuera conocido y sobre todo tratando de no incorporar a quienes identifican como disidentes o discrepantes (viva la libertad de expresión y de opinión). ¿que os parece? Una excelente tarjeta de presentación ¿no? Si esta manera de entender las asociaciones son el futuro de la defensa de nuestros intereses, mejor hagamos un suicido colectivo

Pero eso defiendo que las asociaciones de abogados no son per se, el remedio a los males que todos conocemos; pues mucho me temo que el mal, va en muchos de nuestros compañeros y no en las instituciones. Culpar a las instituciones y organizaciones es fácil. Hacer autoexamen de nosotros mismos, no.

Mi apuesta es por un modelo distinto. Pasa por agrupar a aquellos abogados con inquietudes, con compromiso, con ganas de ocupar el papel que en la sociedad nos corresponde. Dinámicos. Y que estos, ocupen una posición intermedia entre aquellos compañeros que por comodidad, desencanto, pasotismo, enfado, la razón que sea, prefieren adoptar una postura pasiva; recoger sus inquietudes, quejas, protestas; transformarlas en propuestas (que fácil es quejarse y que difícil es proponer y dar ideas), ideas, sugerencias y conducir las mismas a quienes ostentan cargos de responsabilidad y han de tomar las decisiones. Ser un canal de comunicación, de transmisión bidireccional y con esfuerzo y actitud proactiva, colaborativa y de generar cambio. Una especie de lobby.

Cambiar estas estructuras y la mentalidad de la abogacía es una tarea titánica. Pero emocionante.

martes, 22 de octubre de 2013

TERRORISMO Y DEMOCRACIA

Me arriesgo con un tema controvertido en unos días especialmente agitados a raíz de la sentencia de la Gran Sala del Tribunal Europeo de Derecho Humanos sobre el caso de Inés del Río y la sentencia Parot. Me voy al charco.

El terrorismo busca, mediante el ejercicio del terror, socavar las bases, estructuras y cimientos del sistema al que ataca y que quiere destruir. En este caso, en España, se enfrenta a un sistema que denomina democrático y de Derecho.

Paradójicamente el terrorismo utiliza como armas aquellas que les brinda un sistema democrático. Que pretendan destruir dicho sistema no significa que renuncien a los derechos que el sistema les confiere.

Esta situación genera importantes tensiones dentro del sistema democrático, y así es normal que el sistema pueda tender a defenderse o a utilizar contra el terrorismo, acciones que limitan con el ejercicio democrático cuando no directamente los rebasan. Tenemos como ejemplo Guantánamo o en nuestra historia la guerra sucia contra ETA, los GAL.

En mi opinión, un Estado democrático que traspasa sus propios límites, que traspasa su constitución, su sistema legal, sus instituciones, los derechos humanos, es una victoria del terrorismo; pues un sistema que renuncia a sus principios democráticos es precisamente el objetivo que tiene el terrorismo. Es su objetivo.

Esa es la razón de la importancia de ser firmes en que la respuesta del sistema ha de ser siempre dentro del marco democrático, del sistema legal (Estado de Derecho), de los derechos constitucionales, de los derechos fundamentales y de los derechos humanos.

Esa es precisamente la importancia de la sentencia del TEDH sobre la doctrina Parot. La doctrina Parot traspasa esos límites (como lo hace en general el denominado derecho penal del enemigo). Es el reflejo de un sistema pervertido, que personalmente no me gusta; y que no es el sistema que queremos defender frente al terrorismo.

Si quieres saber más sobre la doctrina Parot, en esta entrada de mi otro blog, la explico.

lunes, 21 de octubre de 2013

LA COMPATIBILIDAD ENTRE ABOGADO Y PROCURADOR: UN POSIBLE ESCENARIO

Una de las entradas más leidas de este blog es esta escrita en Enero cuando el actual proyecto de ley de servicios profesionales no era más que un borrador y en el que daba una serie de pistas en relación de por donde entendía que podía ir la reforma y los efectos de la misma. También era una manera de tantear y de observar, como he hecho desde ese tiempo, aquellos procuradores que en mi opinión mejor se iban a adaptar a la situación.

La respuesta mayoritaria de la procura ha sido la peligrosa táctica del avestruz, la de esconder la cabeza y esperar que capee el temporal. Peligrosa táctica en todo momento, situación y profesión, y máxime en estos aciagos tiempos para todos. Incluso hubo quien pensaba que me alegraba, cual especie de psicópata jurídico, de la desaparición de la procura, cuando simplemente desde hace años entiendo que la procura estaba extinta, o como Bruce Willis en el Sexto Sentido (espero no estar chafando ningún final), pero del mismo modo (y como piensan también otros compañeros) también la abogacía ha de afrontar importantes cambios y quien no los haga, desaparecerá.

No se trata por tanto de una cuestión de filias y fobias sino de ser consciente de que estamos en un proceso de cambios y que quien no se adapte, como ha pasado siempre con toda especie, profesión o mercado, lo pasará mal.

Estos meses deberían haber sido utilizados por quienes ostentan cargos de responsabilidad en la Procura, para poder haber diseñado una estrategia que facilitara a los procuradores ese proceso de cambio. Sin embargo no ha sido así. Cada vez que leo declaraciones de sus Decanos, se me salen los ojos de las órbitas al leer determinadas afirmaciones. No alcanzo a entender si sus escasos argumentos para mantener su profesión son fruto de la ignorancia (me parece muy peligroso para quienes sigan sus pasos) o la maledicencia, como si culpar a los abogados de sus males fuera a arreglar sus problemas.

Así se leen sandeces (siento ser duro en los términos pero insisto en que más les vale a los procuradores de a pie tener claro esto) como que la compatibilización va a encarecer los precios, o que va a retrasar los pleitos.

No se trata ya de una cuestión jurídica sino de una cuestión de negocio. Es difícil encontrar un escenario donde incrementando la competencia se produzca un incremento de precios de los servicios, todo lo contrario, sobre todo en estos momentos donde ya están bajando de por sí. Y ya me explicara alguien cual es la razón lógica de que la compatibilización genere retraso en los pleitos. No alcanzo a imaginar que algo así pueda pasar.

Así que voy a sintetizar alguna idea:


  • * Suprimidos los aranceles, los trabajos habitualmente encomendados a los procuradores, reducirán sus precios. O bien un solo profesional realizará todo el trabajo o bien la competencia de profesionales y la desaparición de precios fijos hará que estos bajen.
  • * El procurador debería pensar en términos de valor añadido. Es decir, convencer a un abogado de que una determinada parte del trabajo no la haga el abogado sino el procurador, repartiendose honorarios conforme al trabajo realizado.
  • * El despacho que mejor se adaptará a este escenario (y estoy hablando de ese 80% de abogados que no pertenecen a macrodespachos), aquí me mojo, es el compuesto por cinco o seis abogados que repartiendose por áreas de especialización, incorporen como una más las funciones actualmente asociadas al procurador (es decir que uno de ellos hará esas funciones para el despacho). Aquí los procuradores harían bien en copar este segmento e ir buscando la integración en uno de esos despachos. Dependiendo del volumen de negocio lo más normal es que ese abogado también realice otras tareas.
  • * Habrá que estudiar por tanto cuales son los procedimientos en que un abogado decidirá asumir las tareas de procurador y cuales no. Aquí dependerá también de cada abogado, pues muchos no entenderán este cambio como una oportunidad de negocio (reducir precios y por tanto tener una ventaja competitiva) y dependerá de la especialización de cada despacho. Habrá que estudiar en que procedimientos es más probable que se siga llevando a un procurador y en cual no. Para mi está claro que en aquellos en que su intervención sea escasa carecerá de sentido, por ejemplo apelaciones en contencioso, divorcios de mutuo acuerdo o procedimientos penales. Mientras que es más fácil vender su función en civiles y ejecuciones, eso sí, reduciendo sensiblemente sus tarifas.
  • * Las nuevas tecnologías. Son el mayor "enemigo" del procurador, pues ya debería estar implantado un servicio que posibilitara recibir notificaciones en el despacho y presentar escritos desde el despacho de manera telemática. Del mismo que sería exigible que todo procedimiento y copias fueran entregados en archivo digital. Pues bien, conforme progresivamente se implanten, menos funciones podrán defender los procuradores. Los Procuradores harían ver en tratar de invertir esa dinámica y que su uso se convirtiera en un elemento diferenciador de ellos y por tanto en una ventaja competitiva.


Una última cuestión, creo que muchos procuradores han perdido miserablemente el tiempo desde enero hasta ahora. En vez de fomentar ese valor añadido, cuidar al abogado, hacerle ver la importancia de su función y lo que le puede aportar; en el turno de oficio, es normal encontrarse con algunos procuradores (afortunadamente no todos) que enarbolan la desidia, el "esto no es función mia", la total ausencia de espiritu y propuesta colaborativa, y digamos el encastillamiento en posiciones de comodidad. Es difícil que piense en ellos cuando se produzca el cambio. Y sí, en quienes se comportan de manera contraria, entendiendo que van a cambiar las reglas del juego, buscando como colaborar como profesionales, más allá de batallas numantinas de las copias las hago o las haces tu, que solo falta un convenio internacional para regular lugar, modo y forma de entrega de un simple escrito.

Algunas conductas que he visto acentuadas en estos tiempos:


  • * el procurador se limita a reenviar un archivo de lexnet sin ni siquiera poner en el correo una mínima descripción del mismo. Error.
  • * el procurador se muestra renuente a obtener información en el juzgado (el está más tiempo que los abogados en el mismo) alegando que esa (cualquier acción sugerida de busqueda de información) no es su trabajo. Error
  • * el procurador se niega a facilitarte las copias del procedimiento, pues esa no es su función. Error.
  • * el procurador no facilita que le envies documentos por correo electrónico o no te confirma la recepción del correo Y DEL ARCHIVO ADJUNTO. Error.
  • * el procurador reduce al cero más absoluto su contacto con el cliente, que es al fin y al cabo el que le paga. Error.


Todas estas conductas, por parte de quien las practique (evidentemente hay buenos profesionales entre los procuradores), hacen que difícilmente puedan configurarse como un profesional necesario y con el que seguir contando en el momento en que se produzca la mencionada compatibilidad. Y están totalmente alejadas del predicado espiritu colaborativo.

Y desde luego, donde no está ese espíritu colaborativo, es en sus Decanos.

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  1. Cuando estoy triste leo las declaraciones de un Decano de procuradores y me parto el pecho





sábado, 19 de octubre de 2013

LOS COLEGIOS PROFESIONALES Y SU NECESARIA ADAPTACION A LOS NUEVOS TIEMPOS

Vaya por delante que creo en los Colegios Profesionales y que arranco de manera indebida, con una generalización. Es cierto que hay bastante diferencia entre unos colegios y otros y bastante tengo con conocer el mío. Pero sí que he percibido ciertas notas similares de crítica o descontento en abogados pertenecientes a muchos de ellos, y también aprecio ciertas notas comunes en los mismos, sobre las que sustento las propuestas que voy a sintetizar. Para no hacer pesada la lectura y teniendo en cuenta el lugar donde se vierte, voy a intentar una exposición resumida y breve de como entiendo que deberían evolucionar los Colegios Profesionales de abogados

Los Colegios Profesionales tienen unas funciones y obligaciones derivadas de la ley, entre ellas la defensa de los intereses de los colegiados. Como digo hay una extendida opinión entre los abogados que consideran mayoritariamente que los Colegios no defienden sus intereses. Dicha opinión se ve refrendada cuando atendemos a los datos de participación en las elecciones a sus órganos de gobierno o la propia participación en la vida colegial.


¿Qué aspectos a mejorar en el funcionamiento de los Colegios? Pues primordialmente: sus objetivos estratégicos, la comunicación, y la participación.

Objetivos estratégicos


En general, cuando se plantean diferentes candidaturas a unas elecciones, sus programas carecen de unos objetivos estratégicos. Muchos programas parecen calcados unos de otros, con planteamientos unas veces muy generales y otras veces excesivamente concretos, según demandas puntuales del colectivo. Pocos de ellos reflejan una visión de la abogacía, de su implicación en la sociedad, una visión en conjunto del colectivo, y desde luego, no hay una detección de necesidades y por tanto de propuestas para solventar las mismas.


Una junta de gobierno, un decano, que carezca de dichos objetivos estratégicos, se limitará a pasar por el cargo y solo conducirá a unos años perdidos para los colegiados. Se limitará a heredar una superestructura, un sistema resistente al cambio. Defino metafóricamente a un Colegio como un elefante en movimiento, al que te subes, y al que es muy difícil modificarle el rumbo sobre todo si no sabes hacia dónde quieres ir.


Tener objetivos llevaría a adaptar la estructura a los mismos, buscando reordenar los recursos y gestionar los medios de una manera óptima para cumplirlos. Cuantas juntas conoces, amable lector, ¿que hayan hecho algo así?

La comunicación


Otra queja habitual es la inadecuada comunicación. Porque comunicación hay, pero sin que obedezca a unos objetivos ni entendida como un fin. En este sentido sintetizo las siguientes propuestas:


• Utilización de las TIC. Esto va más allá del mero envío a través de correo electrónico o tener una página web. Supondría reducir costes (por ejemplo suprimir revistas físicas y enviarlas telemáticamente) y utilizar otros sistemas. En este sentido nuevamente debo poner la vista en el Colegio de Cartagena: utilización de redes sociales, canal en Youtube, etc.


• Comunicación proactiva. Entendiendo la importancia de la comunicación y tomando un papel impulsor y activo en la misma, no quedándose en un plano pasivo dejando que sea el colegiado el que se interese por comunicar o busque la información


• Planificación de la comunicación buscando satisfacer los intereses del colegiado: recopilando novedades legislativas, noticias de interés, noticias locales, etc, de una manera planificada, periódica, con responsables específicos, etc.


• Bidireccionalidad. Es raro el colegio que fomenta un canal bidireccional y que facilite que sus colegiados pueda comunicar con el Colegio y aportar ideas, propuestas, información; más allá de situaciones puntuales


• Comunicación entre Colegios. Los colegios no deben ser estancos ni delegar tales tareas en el CGAE. Un sistema ágil de intercambio de experiencias, resultados, ideas, desarrollar estrategias comunes, sería beneficioso para todos.


• Comunicación hacia fuera, para los no colegiados. ¿Dónde está el marketing social? Debemos combatir los prejuicios que se asocian a la abogacía muy lejanos de nuestra realidad, de nuestra función social, de lo que aportamos a la sociedad. ¿Por qué no “vendemos” lo que damos, lo que hacemos?


• Transparencia. Esencial. No hay comunicación válida sin transparencia. Un Colegio ha de ser absolutamente transparente para los colegiados. Un colegiado ha de saberlo todo sobre el funcionamiento interno de un colegio: cuando hay un proceso de selección, las decisiones que ha tomado la Junta, los criterios que se han tenido en cuenta, etc.


La participación 2.0


Sin participación, sin vida colegial, un colegio es ineficiente. Una junta debería sentirse fallida. Es cierto que estamos hablando de un colectivo duro, renuente, negativo, tendente a satisfacer su interés personal y que no cree en la importancia de defender los intereses colectivos (¿Cuántos abogados estábamos y estamos actualmente en la lucha contra las tasas?)


Ya escribi hace unos meses en este blog al respecto. Hay que articular un nuevo sistema de participación. No se trata de que mahoma vaya a la montaña, o la montaña a Mahoma. Hay que generar herramientas intermedias que fomenten y faciliten la participación.


En ello toma parte importante, habida cuenta el tamaño territorial y de colegiados, las nuevas tecnologías, que facilitan pulsar la opinión concreta de los colegiados a la hora de tomar decisiones. Es importante que los mismos se sientan escuchados, y articular sistemas de participación novedosos.


Creo que el sistema actual con unos esforzados compañeros que integran las juntas es absolutamente ineficiente. Las responsabilidades superan la capacidad personal de los mismos. Se deben crear sistemas de delegación de competencias, divisiones, grupos de colaboradores que excedan el sistema clásico de las juntas.

En definitiva creo que las actuales dimensiones y estructuras de los Colegios son ineficientes. Muchos de sus recursos son mal utilizados, o se destinan en manera excesiva a acciones que no redundan en el beneficio del colectivo; se miden mal los mismos y se negocian inadecuamente las contraprestaciones por obligaciones (véanse los servicios de orientación jurídica, en general colapsados). Un colegio ha de escuchar a sus colegiados y salvo excepciones, eso no ocurre.











domingo, 6 de octubre de 2013

SER UN ABOGADO

Resulta difícil definir aquellas palabras cuyo significado entendemos claro y conocido por todos. Así la RAE nos da la siguiente definición

1. m. y f. Licenciado o doctor en derecho que ejerce profesionalmente la dirección y defensa de las partes en toda clase de procesos o el asesoramiento y consejo jurídico.

Sin embargo la definición se queda corta, o dicho de otro modo, hay muchas diferencias entre abogados y entre las maneras de entender la abogacía. Es cierto que hace décadas sí que se concentraba la intervención profesional en lo relacionado con un proceso, con la intervención ante los Tribunales; pero actualmente esto está cambiando y hay muchos abogados que ni han pisado ni pisarán un juzgado en su vida.

No voy a entrar en el actual debate relacionado con el proyecto de ley de servicios profesionales que incide en esta diferencia hasta el punto de pretender inicialmente, y luego de manera matizada, sacar fuera de la obligación de colegiación (y por tanto, incrementar la diferenciación) a aquellos abogados que no intervienen dentro de los tribunales.

Existen también diferencias entre abogados según a que rama del Derecho se dediquen con asiduidad y especialidad.

Además la abogacía desde hace años se enfrenta a retos. Le está costando mucho salir de esa visión tradicional. Los Colegios se opusieron con tesón a que los abogados realizaran acciones de marketing llegando incluso a perseguir la publicidad. Sin embargo la realidad se impone y existiendo características específicas propias de una profesión liberal, lo cierto es que como abogados estamos dentro de un mercado y debemos tener una mentalidad empresarial, de negocio y de derecho de los consumidores. Ahí siguen nuestras instituciones y nuestra profesión recorriendo ese camino.

Además de esa diferencia derivada de una mayor o menor adaptación a esta visión de negocio, las nuevas tecnologías irrumpen con fuerza en el escenario, y se van a convertir también en otro elemento diferenciador.

Pero no más importante que las anteriores, es también la aportación personal de cada abogado. Siempre digo que una de las cosas que más me gustan de mi profesión es poderle dar mi impronta personal. Cada abogado es distinto, unos seremos parecidos y a la vez muy diferentes con otros; porque nuestra impronta personal es esencial. Se nota quien cree en lo que hace, quien entiende que lo importante es defender derechos, luchar contra la injusticia. No todos lo sienten de la misma manera ni a todos les importa en igual medida.

Por eso me resulta curioso y así lo expresé en tuiter, sin respuesta por cierto, que habitualmente cuando nuestras instituciones quieren "vender" la bondad de los abogados lo hacen siempre con un determinado tipo de abogados, lo que yo defino como abogados de trinchera, los que no defienden poderosos, los que no van a cobrar minutas millonarias, ni aparecen en rankings de prestigiosas publicaciones jurídicas, no lideran areas de macrodespachos ni intervienen en fusiones de empresas del IBEX-35. No son invitados a grandes eventos, ni reciben premios ni medallas.

No les parece un poco incoherente?

miércoles, 2 de octubre de 2013

CONSEJOS SOBRE TWITTER PARA ABOGADOS NOVATOS (EN TUITER)

Aun a costa de ganarme el inmediato unfolou de algún seguidor de tuiter por pensar que he sido abducido o poseido por algún tipo de guru del social media (esa aterradora tribu que pulula por tuiter a la caza del más incauto) me atrevo con un post de estas características con la única pretensión de no dar consejos si no de divertirme un rato compartiendo alguna reflexión derivada de mi experiencia en tuiter. La idea me surgió tras coger un capazo (vease lo que significa esta palabra aragonesa) con @egeafuentes y sobre todo porque muchos abogados de Zaragoza me tienen por una especie de especialista en tuiter lo cual indica lo perdidos que están en estas cosas. Así que me pongo el traje de gurú por un rato y como hacen ellos os hago un listado numerado de consejos, porque si no haces esto, no eres gurú ni eres nada.

1. Te acabas de hacer un tuiter. Y ahora que? Te preguntas. Eres abogado. Así que lo primero que vas a tender a hacer es dar una imagen distinta de lo que eres. Luego no te sorprendas que tu número de seguidores no suba.

2. Los clientes no llueven a través de tuiter. Tuiter es un excelente medio de obtener información. También te ayudara con tu reputación. Gestiona la información y la reputación y eso te podrá ayudar con los clientes

3. Eres un peñazo. Cuanto antes lo asumas mejor. De verdad lo único que puedes aportar es tuitear toda noticia jurídica que veas? A quien le interesa? 

4. Como buen abogado no lees.
No digo que te leas los términos y condiciones de uso, doy por hecho que no lo harás. Pero lee sobre tuiteretiqueta. Suelen ser textos cortos. Ya se que no estas acostumbrado a eso, pero puedes hacerlo.

5. Cuantos abogados sigues? Revisa tu TL. Apuesto que si quitas algun que otro followback que hiciste al principio, entre el 80 y el 90 por ciento de la gente a la que sigues son abogados. Que te aporta eso? Quieres un guetto?

6. Que valoran tus clientes de ti? Que sepas mucho o que comuniques con ellos? Entonces, por que no interactúas?

7. De repente algo sale de dentro de ti y escribes un tuit personal, lo miras y lo borras. Por qué ese miedo a mostrar como eres? Que hay de malo en la naturalidad? Si eres correcto, no buscas la ofensa, etc, no tengas miedo a expresar tu opinión

8. Tuiter no es lo tuyo, estas inseguro y se nota. Que harías si tuvieras que actuar en un juzgado o ciudad desconocida para ti? Intentarías informarte de como se interviene allí? Por qué no haces lo mismo? Observa otros tuiteros más veteranos con el objetivo de aprender.

9. Quítate ese huevo o ese avatar horroroso. Vale que no sientes que tuiter es terreno seguro y el anonimato es agradecido, pero una cara, y una buena foto, es esencial

10. Deja de leer decálogos, no te preocupes por las listas de abogados más influyentes, ni por los consejos de pretendidos guruses. Como verás dicen todo lo contrario a lo que digo yo. Ósea que no tienen razón. O si. Bueno, que más da.

En definitiva, abogado novato. Se tu mismo y disfruta en tuiter

Y sígueme @alfherranz