sábado, 19 de octubre de 2013

LOS COLEGIOS PROFESIONALES Y SU NECESARIA ADAPTACION A LOS NUEVOS TIEMPOS

Vaya por delante que creo en los Colegios Profesionales y que arranco de manera indebida, con una generalización. Es cierto que hay bastante diferencia entre unos colegios y otros y bastante tengo con conocer el mío. Pero sí que he percibido ciertas notas similares de crítica o descontento en abogados pertenecientes a muchos de ellos, y también aprecio ciertas notas comunes en los mismos, sobre las que sustento las propuestas que voy a sintetizar. Para no hacer pesada la lectura y teniendo en cuenta el lugar donde se vierte, voy a intentar una exposición resumida y breve de como entiendo que deberían evolucionar los Colegios Profesionales de abogados

Los Colegios Profesionales tienen unas funciones y obligaciones derivadas de la ley, entre ellas la defensa de los intereses de los colegiados. Como digo hay una extendida opinión entre los abogados que consideran mayoritariamente que los Colegios no defienden sus intereses. Dicha opinión se ve refrendada cuando atendemos a los datos de participación en las elecciones a sus órganos de gobierno o la propia participación en la vida colegial.


¿Qué aspectos a mejorar en el funcionamiento de los Colegios? Pues primordialmente: sus objetivos estratégicos, la comunicación, y la participación.

Objetivos estratégicos


En general, cuando se plantean diferentes candidaturas a unas elecciones, sus programas carecen de unos objetivos estratégicos. Muchos programas parecen calcados unos de otros, con planteamientos unas veces muy generales y otras veces excesivamente concretos, según demandas puntuales del colectivo. Pocos de ellos reflejan una visión de la abogacía, de su implicación en la sociedad, una visión en conjunto del colectivo, y desde luego, no hay una detección de necesidades y por tanto de propuestas para solventar las mismas.


Una junta de gobierno, un decano, que carezca de dichos objetivos estratégicos, se limitará a pasar por el cargo y solo conducirá a unos años perdidos para los colegiados. Se limitará a heredar una superestructura, un sistema resistente al cambio. Defino metafóricamente a un Colegio como un elefante en movimiento, al que te subes, y al que es muy difícil modificarle el rumbo sobre todo si no sabes hacia dónde quieres ir.


Tener objetivos llevaría a adaptar la estructura a los mismos, buscando reordenar los recursos y gestionar los medios de una manera óptima para cumplirlos. Cuantas juntas conoces, amable lector, ¿que hayan hecho algo así?

La comunicación


Otra queja habitual es la inadecuada comunicación. Porque comunicación hay, pero sin que obedezca a unos objetivos ni entendida como un fin. En este sentido sintetizo las siguientes propuestas:


• Utilización de las TIC. Esto va más allá del mero envío a través de correo electrónico o tener una página web. Supondría reducir costes (por ejemplo suprimir revistas físicas y enviarlas telemáticamente) y utilizar otros sistemas. En este sentido nuevamente debo poner la vista en el Colegio de Cartagena: utilización de redes sociales, canal en Youtube, etc.


• Comunicación proactiva. Entendiendo la importancia de la comunicación y tomando un papel impulsor y activo en la misma, no quedándose en un plano pasivo dejando que sea el colegiado el que se interese por comunicar o busque la información


• Planificación de la comunicación buscando satisfacer los intereses del colegiado: recopilando novedades legislativas, noticias de interés, noticias locales, etc, de una manera planificada, periódica, con responsables específicos, etc.


• Bidireccionalidad. Es raro el colegio que fomenta un canal bidireccional y que facilite que sus colegiados pueda comunicar con el Colegio y aportar ideas, propuestas, información; más allá de situaciones puntuales


• Comunicación entre Colegios. Los colegios no deben ser estancos ni delegar tales tareas en el CGAE. Un sistema ágil de intercambio de experiencias, resultados, ideas, desarrollar estrategias comunes, sería beneficioso para todos.


• Comunicación hacia fuera, para los no colegiados. ¿Dónde está el marketing social? Debemos combatir los prejuicios que se asocian a la abogacía muy lejanos de nuestra realidad, de nuestra función social, de lo que aportamos a la sociedad. ¿Por qué no “vendemos” lo que damos, lo que hacemos?


• Transparencia. Esencial. No hay comunicación válida sin transparencia. Un Colegio ha de ser absolutamente transparente para los colegiados. Un colegiado ha de saberlo todo sobre el funcionamiento interno de un colegio: cuando hay un proceso de selección, las decisiones que ha tomado la Junta, los criterios que se han tenido en cuenta, etc.


La participación 2.0


Sin participación, sin vida colegial, un colegio es ineficiente. Una junta debería sentirse fallida. Es cierto que estamos hablando de un colectivo duro, renuente, negativo, tendente a satisfacer su interés personal y que no cree en la importancia de defender los intereses colectivos (¿Cuántos abogados estábamos y estamos actualmente en la lucha contra las tasas?)


Ya escribi hace unos meses en este blog al respecto. Hay que articular un nuevo sistema de participación. No se trata de que mahoma vaya a la montaña, o la montaña a Mahoma. Hay que generar herramientas intermedias que fomenten y faciliten la participación.


En ello toma parte importante, habida cuenta el tamaño territorial y de colegiados, las nuevas tecnologías, que facilitan pulsar la opinión concreta de los colegiados a la hora de tomar decisiones. Es importante que los mismos se sientan escuchados, y articular sistemas de participación novedosos.


Creo que el sistema actual con unos esforzados compañeros que integran las juntas es absolutamente ineficiente. Las responsabilidades superan la capacidad personal de los mismos. Se deben crear sistemas de delegación de competencias, divisiones, grupos de colaboradores que excedan el sistema clásico de las juntas.

En definitiva creo que las actuales dimensiones y estructuras de los Colegios son ineficientes. Muchos de sus recursos son mal utilizados, o se destinan en manera excesiva a acciones que no redundan en el beneficio del colectivo; se miden mal los mismos y se negocian inadecuamente las contraprestaciones por obligaciones (véanse los servicios de orientación jurídica, en general colapsados). Un colegio ha de escuchar a sus colegiados y salvo excepciones, eso no ocurre.











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