domingo, 9 de septiembre de 2018

REDES SOCIALES Y CONDUCTAS DELICTIVAS

Después de varios años (creo que el último libro que conseguí leer en verano fue Danza de Dragones en el 2012) he conseguido leer en verano. Ha sido "Instinto y Pólvora" de Silvia Barrera, a la cual tengo el placer de conocer personalmente y en el que habla de su experiencia queriendo ser y siendo policía. Pero mis andanzas como lector no tienen importancia en este momento, lo que quiero trasladar es algunas ideas que lanza Silvia y que yo también comparto personalmente sobre el mundo de internet y las conductas delictivas en el mismo.

Me gustó que tratara (probablemente ella sí que lo haya conseguido) de hacer entender a sus lectores algo en lo que mayoritariamente yo he fracasado cuando he dado formación sobre esta cuestión, pues a diferencia de quien escribe un libro, quien pontifica en un aula sí que ve las caras de los receptores de la información. Y probablemente también fracase al explicarlo aquí: internet, las redes sociales, lo que se llama ciberespacio, tiene otras reglas sociales y de conducta. Hay otras reglas de comportamiento. Y esto, en el ámbito jurídico que es donde me muevo tiene efectos, por una parte la proliferación de determinados conflictos (sobre todo en redes sociales), conductas nocivas (acoso, etc.), ciberdelincuencia y añado yo aunque no sea visto así, al cambiar nuestras reglas de comportamiento, acabará afectando al Derecho como sistema normativo de organización social.

¿Me explico? No, ¿Verdad? Bueno, a ver si consigo explicarme con algunos apuntes que da Silvia Barrera en esa parte de su libro:



Silvia nos cuenta cosas que no somos conscientes. Como la mayor peligrosidad de la ciberdelincuencia, dado que el ciberdelincuente tiene una diferente respuesta emocional. Añado yo, que la "despersonificación" del entorno digital, anula en mayor medida la empatía y sobre todo la consciencia del daño que se está generando. 

Además, la proliferación e incremento de conductas delictivas, potenciada por las herramientas informáticas existentes y la facilidad de su uso, es optimizada porque la propia víctima ayuda a los cibercriminales al no ser consciente de la cantidad de información que hay en internet (mucha de ella facilitada por la propia víctima) sobre ella. A mayor falta de privacidad, mayor exposición al ciberdelincuente.

Y si como vemos, es más fácil realizar actividades delictivas y cada vez se producen más, sin embargo se incrementa la dificulta de persecución y castigo de las mismas por quien tiene la obligación de hacerlo: fuerzas y cuerpos de seguridad y los juzgados y tribunales, con un número insuficiente de efectivos para su persecución, de conocimientos y de medios para ello.

En resumen, un escenario de lo más preocupante en el que los ciberdelincuentes están viendo perfectamente sus oportunidades, las potenciales víctimas no son conscientes de los riesgos en el ciberespacio y los medios de control y de persecución están desfasados y son insuficientes.

Silvia apunta a la necesidad de mayor prevención y formación de cara a esta cada vez mayor presencia en el ciberespacio. Y coincido con ella, aunque tengo la sensación de ese niño pequeño en la playa que quiere frenar el avance de las olas con su cubo y su pequeña pala. Esto no se soluciona con charlas aisladas y puedo asegurar la nula conciencia en instituciones y administraciones en la necesidad de formación en cuestiones básicas de ciberseguridad y autoprotección en el entorno digital.

Esas cosas de las redes sociales no tienen importancia, además la gente ya sabe usarlas porque sabe abrirse una cuenta ... (estoy siendo irónico, que todo hay que decirlo).

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