lunes, 10 de diciembre de 2018

LA HORA DE LOS JURISTAS

¿Qué es el derecho? Si le haces esta pregunta a un jurista verás como le pones en apuro y que si la haces a diferentes tendrás respuestas distintas. Pero aún así, en todas ellas apreciaras unos elementos comunes. Así, el derecho regula y ordena, establece unas normas para todos para poder resolver y evitar los conflictos que se produzcan. De este modo, resolveremos de la misma manera las controversias y las personas sabrán como se resuelven, qué está dentro del ordenamiento y que no. Así que uno de esos elementos es el orden, el ordenamiento normativo.

Otra cosa en que estarán de acuerdo es que las normas han de ser precisas, de calidad, que sean entendibles y que resuelvan los conflictos sin que dejen aspectos de importancia sin regular.

Muchos de esos juristas estarán de acuerdo en que actualmente hay un exceso de normas que dificultan su conocimiento y que la calidad legislativa ha ido en peor. ¿A qué se debe esto? Podemos debatir mucho al respecto, pero en mi opinión tiene mucho que ver con males que actualmente aquejan a la política, pues son los partidos políticos los que detentan el poder ejecutivo y el legislativo que es de donde emanan las leyes, reglamentos y resto de normas. En la tramitación de las leyes y normas intervienen asesores y técnicos pero últimamente se aprecia que se realizan reformas sin la necesaria reflexión y pausa, sin que se oiga a los técnicos y especialistas de la materia porque se impone un criterio político de satisfacer la necesidad electoral y la convulsión social (vean el caso de la Manada) y como no puede ser de otro modo en estos tiempos que corren, que se haga cuanto antes y de una manera efectista sin pensar en si la norma es eficaz o eficiente.

Vivimos tiempos convulsos en política donde a esos partidos les importa más una decisión de maquillaje y postureo que les deje bien a ojos de un electorado para quien es más importante una necesidad dictada por lobbys de influencers que no una solución real al problema. Si nos hayamos sometidos al iimperio de la moda política, la cuestión se agrava al irrumpir una política de la "fake news" cuyo máximo exponente es el Trumpismo y las injerencias de terceros países y cuyos efectos vemos actualmente en nuestro país, Francia, etc.

Si la política y los actores legislativos se dejan caer por la realización de normas absurdas (la reciente ley de protección de animales de la Rioja regula los paseos que se deben dar a los animales domésticos), malas técnicamente solo para satisfacer al electorado feminista (propuesta de reforma del artículo 49 de la constitución), peligrosas dotando a la Administración de competencias sancionadoras de la opinión divergente, etc; y todo ello a espaldas, cuando no teniendo en contra a los técnicos y especialistas de la materia, solo puede conducir a generar un escenario donde se amplíen y multipliquen esos males políticos, en lo cuales por satisfacer el postureo electoral, nos dotamos como sociedad de normas que no van a garantizar la función esencial y originaria del Derecho sino que van a generar más problemas que soluciones, cuando no afección a derechos fundamentales.

Mientras tanto hay quien ríe estas gracias buscando el aplauso fácil (o el futuro cargo, por qué no) o toma decisiones sin la debida reflexión. Así me preocupa especialmente que en un momento en que con la excusa de perseguir el discurso del odio se atente cada vez más con la libertad de expresión, que el propio Consejo General de la Abogacía Española dedique el tema de un congreso sobre derechos humanos a ello. 

Creo que es el momento de que los juristas hagan una labor didáctica y explicativa de la importancia no ya del Derecho sino de la necesidad e importancia de un ordenamiento jurídico en el que no quepan estos excesos que son pura fachada, del peligro de manifestaciones públicas como decir que en la Constitución no se garantiza la igualdad o de reformas o excesos normativos cuya mala técnica insisto solo genera más problemas que soluciones.

El problema de fondo es que va a calar que el ordenamiento jurídico más que una garantía de paz social y de orden se va a convertir en una herramienta de la "fake politica" de problemas artificiales e intracedentes, variable según la veleidad de la opinión pública convenientemente alimentada y exaltada por las redes sociales y medios de comunicación que sirven de altavoz de esas "fake opiniones". De una política desustanciada, "palabro" que decimos por aquí.

Y esto es algo que solo lo podemos hacer nosotros. Nos jugamos mucho. No se, si me he explicado.

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