El paso que supone el 3.0 en la web implica asociar a la interacción con el usuario la generación de experiencias y emociones. Hablar de profesionales 3.0 en puridad no es hablar de profesionales mas tecnológicos sino de aquellos que han conseguido incorporar la gestión emocional a su actividad profesional generando experiencias a sus clientes asociadas a la prestación de sus servicios.
Sin embargo, si analizamos en la práctica el campo de la gestión de emociones vemos que difícilmente se da. Son pocas las personas no digamos ya profesionales, formados o con la capacidad adecuada para la gestión emocional. Incluso si hablamos de esta necesidad y de la importancia de una buena gestión de emociones recogeremos valoraciones negativas, sarcásticas y denigradoras de la misma. Insisto en que es una carencia de personas pues difícilmente vamos a poder incorporar la gestión de emociones si nuestros propios clientes no lo valoran.
En un momento personal especialmente receptivo y atento a estas conductas la valoración que puedo hacer no puede ser mas triste. Son escasas las personas que incorporan a su vida esta gestión emocional, que son empaticas o conscientes de los sentimientos de los demás, que incorporen la asertividad en su comunicación o gestionen adecuadamente los conflictos. Con este panorama es difícil que hablemos de profesionales 3.0.
Más allá de la formación tecnológica hay una importante carencia de gestión emocional. Esta es la principal dificultad a la que se enfrentará el profesional 3.0. Hoy por hoy, queda mucho tiempo por delante para llegar a ello.
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