Hace unos días se realizó en Zaragoza una jornada sobre delitos e internet que organicé para el Colegio de Abogados de Zaragoza, las valoraciones recogidas fueron muy positivas en general alabando especialmente a los ponentes que intervinieron. Cuando organicé la jornada tuve claro quienes eran mis primeros seleccionados por diversos criterios pero esencialmente porque sabían de lo que hablaban, estaban acostumbrados a divulgar conocimiento y porque tienen un enfoque práctico.
Además de ello, todos los de fuera de Zaragoza eran conocidos míos, y los conocía precisamente por las redes sociales fundamentalmente twitter. Con ellos también había tenido contacto fuera de la red en mayor o menor medida. Y precisamente ese hecho de conocernos a través de la red social y sobre todo de habernos vacilado en mayor o menor medida a través de ella (Silvia es mucho más seria que el resto de nosotros) ayudó a que la jornada mantuviera un ritmo especial donde los asistentes notaron la buena sintonía entre los intervinientes que dio pie a bromas y situaciones divertidas. Es una prueba más de efectos positivos que tiene la presencia en redes sociales bien gestionada.
Durante la comida intermedia la conversación dio para temas interesantes, lástima que Silvia Barrera no pudiera estar en ella. Además de alguna anécdota divertida que nos contó David Maeztu sobre el juicio a la supuesta cúpula de anonymous, y de algún intento de troleo también hubo momentos más reflexivos sobre los smart contracts o contratos inteligentes o el concepto de especialización en derecho digital. Pude comprobar como cuando se está hablando de smart contracts se habla de algo muy lejano del concepto que yo tengo de contratos inteligentes y es que parece que el postureo se expande hasta límites insospechables, como se está llamando contratos inteligentes a algo que realmente no lo es, y como muchos quieren ponerse el pegote de estar haciendo algo por el mero hecho de fardar.
Algo correlacionado con el tema de la especialización en derecho digital. Por un lado es difícil que el cliente perciba la necesidad de contar con un abogado que sepa de verdad y con la profundidad necesaria cuando es acusado o víctima de un ciberdelito, pongamos por ejemplo el caso del acoso en una red social .
Ya acabada la jornada tuvimos un miniespacio de networking, es decir, de coincidir en un bar para tomar algo donde ya las conversaciones fueron más variadas primando el tema de la minería de bitcoin.
Por último, como Silvia a quien debo agradecerle todo el esfuerzo personal que puso para estar en la jornada se vió obligada a hacer noche en Zaragoza, pude prolongar la conversación con ella mientras tomamos algo y cenamos.
Lo cierto es que aunque esté mal que yo lo diga, la jornada fue buena en muchos sentidos, tanto desde el aspecto formativo y de contenido, pidiendo muchos compañeros que se organizaran más cosas de carácter similar, como la estructura de la misma (que entiendo que ayudó a esa valoración de los asistentes) huyendo de las típicas sesiones magistrales teóricas, largas y pesadas, en la que busqué que hubiera el máximo de espacio posible para la intervención de los asistentes que hicieron numerosas preguntas; así como por servir de un punto de encuentro informal para todos los que allí estuvieron y tangibilizar un tema de cada vez mayor presencia e interés como son los ciberdelitos. estoy convencido que si hubiera sido en formato gratuito hubiera estado a reventar pero la necesidad formativa de hacerlo como jornada obligó presupuestariamente a que tuviera un precio 40 euros que compruebo que suele ser un importante obstáculo de asistencia cuando se organiza algo en esta ciudad.
Finalizo agradeciendo personalmente el esfuerzo puesto por los ponentes para asistir, por los asistentes por entender que era algo interesante y que merecía pagar el precio, por la mayoritaria puntualidad de los mismos y por las valoraciones que efectuaron.
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