Continuo con las entradas derivadas de mi experiencia como formador de una alumna del practicum de la Universidad de Zaragoza y a la que ya destiné esta primera entrada en el blog.
Como en la anterior recojo alguna de las cuestiones que van surgiendo en la formación de la misma y que considero de relevancia.
INTERPRETACION DE LA REALIDAD
Cuando estudiaba el curso de mediación en la Universidad esta es una de las cuestiones que más controversia generaba. Debemos ser conscientes de que cada uno nos construimos nuestra propia realidad. Hay posiciones extremas que con fundamento en ello llegan a defender que la realidad como tal no existe, pues cada construimos la nuestra.
Siendo atractiva esta teoría, no es menos cierto que está estudiado como nuestros recuerdos de una determinada situación varían y son construidos a nuestra conveniencia, sin que sean absolutamente fiables. Un mismo hecho recibe una construcción distinta según quien lo interprete.
Creo importante ser muy conscientes de esta cuestión a la hora de ejercer la abogacía. Por diferentes cuestiones:
- para entender el mecanismo de los juicios y en particular, de como un juez puede llegar a la convicción de lo que ha ocurrido. El juez va a interpretar lo que ante el se represente, y debemos ser conscientes de como influir (sí INFLUIR) en ese proceso de interpretación. A veces parecemos entender que los jueces ven a los abogados como personas que tratan de engañarles ocultandoles información, pero sin embargo, no es algo achacable a la actuación de estos, sino al propio proceso personal de como llegan al convencimiento de lo ocurrido y a las limitaciones propias de la estructura procesal
- para mejorar nuestra participación ante una prueba testifical. Si entendemos que el testigo o la parte ha realizado su propia construcción de la realidad conforme a la interpretación que realiza, entenderemos la importancia de conocer las claves personales que puedan influir en dicha interpretación.
- para mejorar nuestra propia comprensión del conflicto. Cuando un cliente nos cuente una situación, será su realidad. No necesariamente la ocurrida. Del mismo modo, deberemos estar atentos a aquellos sesgos cognitivos propios nuestros que puedan influir en nuestra interpretación, pues de ser errónea podremos enfocar indebidamente nuestra actuación.
LA SENSACION DE CERTEZA
Es habitual que quien comienza el ejercicio de la abogacía lo haga creyendo en determinadas circunstancias inmutables y que crea muchas cosas como seguras. Lo cierto es que hay que aprender a dudar de todo y a no confiar en prácticamente nadie (siempre necesitamos tener nuestros soportes personales de confianza, pues de otra manera acabaríamos en un psiquiátrico, pero eso es otra cuestión). Debemos tener un permanente espíritu crítico y no dar las cosas por seguras. Y mucho menos por perdidas.
Recuerdo mi inocencia al considerar que la administración u otros intervienientes no cometen errores. Al pensar que la administración siempre funcionaba cumpliendo con el principio de legalidad y otras situaciones similares.
BASE LEGAL
Cuando tengo alguien aprendiendo conmigo me empeño e insisto hasta la extenuación en que además del estudio del asunto, la lectura del expediente, ver el caso, se ha de aprovechar para hacer una relectura (creo que en muchos casos va a ser la primera lectura) del texto legal aplicable, tanto la ley procesal como la normativa de fondo. Un jurista ha de conocer la ley, y no está de más repasar el articulado cuando nos enfrentamos a un tema que ya conocemos, para ver nuevos matices, para evitar que no nos hayamos dado cuenta de un cambio legislativo.
Es fundamental tener una sólida base jurídica, pues si la misma falla, cualquier edificio que construyamos sobre ella, puede caer estrepitosamente. Entiendo que ni es una tarea atractiva ni entretenida, y que muchas veces puede superarnos la premura de tiempos con las que se afrontan las cosas. Pero cuando se está empezando se convierte en una excelente forma de cimentar el conocimiento jurídico.
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