domingo, 8 de noviembre de 2015

CUANDO LA SOLUCIÓN SE CONVIERTE EN PARTE DEL PROBLEMA

El titulo puede parecer chocante pero me doy cuenta que es una situación bastante habitual que además suele pasar desapercibida.

Supongamos querido lector un problema. Un problema importante, grave, serio, preocupante. Que en este caso afecta a una pluralidad de personas y que genera lo que se llama alarma social. Creo con pocas dudas que lo que peor le puede ocurrir a un problema es que haya alarma social, siempre y cuando queramos que se solucione el problema. Que ojo, otra cuestión que no queremos saber ni ser conscientes: no siempre todo el mundo quiere que se solucione.

Así que tenemos un grave problema, colectivo y que genera alarma social. Cuando muchos ojos se ponen sobre el problema se ponen también sobre las soluciones. Y aquí es donde surge una de las tendencias de los últimos años: la tendencia a querer solucionar el problema con normativas, con prohibiciones, con sanciones penales, con una normativa especifica, todo ello en una especie de escala de hipertensión legislativa. A mayor incidencia normativa mayor repercusión política de la cuestión.

Ay. Con la política hemos topado. Bien porque la cuestión pueda tener connotaciones políticas o porque de repente su solución entre dentro de los parámetros de lo políticamente correcto, porque entonces estos parámetros se impondrán por mucho que los datos objetivos demuestren que las soluciones aplicadas sean incorrectas. Una estupida maquinaria social se pondrá en marcha y reforzará progresivamente ahondar en unas soluciones que no lo son, que ni funcionan ni son eficientes ni eficaces. Pero se habrá instaurado una estupidez colectiva que repetirá como esas masas abducidas propias de las películas de terror, los mensajes que los pregoneros de lo políticamente correcto sermonean desde sus púlpitos. Amable lector, haga el ejercicio de observar como esos mantras son reiterados y repetitivos o como quien accede como nuevo a un cargo o responsabilidad repite parámetros, conductas y frases de sus predecesores.

Porque es lo que se espera y porque estamos acostumbrados a hacer lo que se espera. Es lo que se llama la espiral del silencio según la cual cuando pertenecemos a un grupo tendemos a manifestar públicamente lo que pensamos que el grupo va e entender como correcto. Y sucumbimos a la dictadura del pensamiento único y de lo políticamente correcto.

Porque ay de ti si te ocurre tener pensamiento crítico y discrepar, si se te ocurre decir que la solución es equivocada o mejorable. O meramente que la solución impuesta que tiene el visto bueno del colectivo, la normativa, la sanción penal o la legislación específica no es la panacea, el bálsamo de fierabras o la piedra filosofal. Porque lo mas probable es que seas lapidado. Así que habitualmente callas y observas. Te lamentas de la falta de consciencia sobre el error porque te gustaría que el problema se solucionara y sabes que persistir en el error mantiene o aumenta el problema.

Y es que en ese momento, la solución se ha convertido en parte del problema.

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