En uno de esos avatares de la vida moderna, me he encontrado sin móvil. Así de repente. Imaginaros. Bueno, no os lo podeis imaginar. Acabas 2016 con una mudanza de despacho, desapareces unos días y el día del "retonno" el iphone no carga la batería.
Y no, no fue como aquella vez que tampoco se encendía y tuve taquicardias y me costaba respirar. Después de aquella ocasión ya hace dos o tres años aprendí a tomarlo como una oportunidad y como un descanso. Y otras veces que ha pasado el estar temporalmente (horas) sin móvil lo he entendido como una bendición.
La diferencia esta vez es que el iphone ya anunciaba su fin y tenía decidido su recambio. Así que teniendo unas cuantas horas o días por delante sin él, en esa vuelta a la actividad y además en nuevo proyecto de repente tomaba conciencia de lo que supone uno de estos apartatos en el ejercicio profesional en estos momentos.
La sacrosanta lista de contactos (no incorporo a la agenda a mis clientes por razones de salud mental) no deja de ser restaurable y si algún contacto se pierde por el camino, pues será que tocaba perder el contacto o que realmente no había tanto contacto. Lo mismo con los mails o con las notas, guardadas en icloud y sincronizadas. Y así con todo tipo de material de trabajo. Entonces ¿por qué crecía el desasosiego en mi mientras afrontaba la circunstancia de estar sin móvil y algo dentro de mi lo asociaba a un obstáculo difícil de franquear?
Después de unas horas sin él, y de haber depurado lo que me estresaba y lo que no, la respuesta no es otra que el desasosiego me surgía de la imposibilidad de contactar con inmediatez. Los smartphones se conviernten en una herramienta en la cual no solo tenemos inmediata información a nuestro alcance (bien contenida en el mismo o por la posibilidad de acceder a través de ellos a internet). Y nos hemos acostumbrado de tal modo a ese acceso inmediato que lo que sea que nos impìda ello nos estresa.
Ya lo he comentado en otra ocasión en el blog y es algo a lo que debemos estar atentos como profesionales y que a su vez explica por qué los clientes cada vez son más invasivos mediante los servicios de mensajería instantanea (whatsapp por ejemplo). Y es esa necesidad de acceder con inmediatez. De este modo, si no se contacta, no se responde inmediatamente (o lo que se entiende en un tiempo cada vez más reducido) se generan indebidas situaciones de estrés.
Eso no quita para que como digo muchas veces, un smartphone sea una herramienta esencial en el ejercicio actual de la abogacía, pero debemos reflexionar sobre como la tecnología modifica negativamente (este tipo de estrés y desasosiego lo es) nuestros hábitos cotidianos.
E identificado el factor estresante es más fácil atajarlo y reducirlo. Claro que también puede tener que ver el hecho de que ya me carga el iphone :)
Felicitaciones dobles... :)
ResponderEliminarPorque ya te carga el móvil...
Y por el nuevo año 2017 !!! :)
Salud
Alfredo cuando se pasa uno al mundo de la tecnología debe de saber donde se mete .
ResponderEliminarEl "iphone" no es el mejor chisme para trabajar . Cualquier otro con sistema Android te permite menos complicaciones . Lo primero programa el móvil para que si no contestas o estas apagado se desvíe a un fijo o a un sistema externo , de atención telefónica, yo uso el de infofax porque también tiene fax , pero hay varios buenos bonitos y baratos .
Los contactos lo puedes tener en Internet si tienes una cuenta de Gmail , así pues puedes perder el móvil pero no los contactos.
Y no te agobies hombre que esto de la tecnología es solo empezar .