lunes, 5 de octubre de 2015

SIN TITULO

Hoy tenía conocimiento a través de tuiter de una carta al director publicada en el Heraldo de Aragón que contaba la historia de un chico de 25 años con problemas de adicción y que vive en la calle en mi barrio. La escribía una vecina preocupada por su situación contando su historia y la ausencia de respuesta y ayuda al mismo. Una carta que dice mucho (bueno) del ser humano como individuo y también mucho (malo) del ser humano en su funcionamiento como colectivo y social.

Me he mudado hace poco. Mi nueva vivienda está cerca del albergue y no se si por ello o por la ubicación de sus porches muchas personas sin hogar duermen en los mismos. Cuando llego de noche a casa tras salir del despacho los veo tumbados sobre cartones y no puedo evitar pensar en que es algo que me podría pasar también a mi. Cada noche bajo un cartón fruto de mi mudanza y amueblamiento por si puede ser aprovechado. Los raciono porque pienso que de este modo llegarán a más a pesar de que mi casa parece la de alguien con síndrome de Diógenes. Ayer mismo pude observar como en la terraza del bar los ciudadanos "normalizados" tomaban algo mientras a menos de cinco metros un indigente había levantado una precaria muralla de cartones para protegerse del frío viento. El viernes por la tarde abronqué a un grupo de niños que estaban dañando los cartones que durante el día un transeunte había dejado a resguardo esperando la noche junto al parque mientras los padres y madres de los citados, ajenos a los hechos disfrutaban de una plácida consumición en la terraza del bar del parque. Me dolió ver como niños pequeños eran ajenos a lo que implicaba la situación de estas personas mientras expresaban "que asco" al pisar una chaqueta de chandal, una de las pocas posesiones del dueño de esos cartones que ocultaba como si fueran un preciado bien. Una fuerte contraposición de mundos y de realidades en la que lo que más me impacta es la capacidad de unos para no ver a los otros.

Suelo ver, no solo mirar, a las personas, y en esto no iba a ser distinto al contrario que muchos paisanos que pasean fugazmente la mirada sobre ellos sin detenerse y no queriendo ver estas situaciones. Siempre me pregunto qué se puede hacer, aunque luego poco o nada hago. Veo desde hace ya demasiados años, sobre todo en estos últimos, que mucha gente que duerme en la calle o pide en la calle son personas muy "normales". No es esa imagen que tenemos del indigente sino que se antojan como cualquier vecino nuestro, correctamente vestidos e incluso aseados, sin signos del deterioro físico que muchos años a la intemperie producen en las personas.

Pero por mucho que les vea no alcanzo a ver por qué como sociedad y como individuos miramos a otro lado. Vivimos en una orgía de posibilismo tecnológico. Las nuevas herramientas nos facultan para hacer muchas cosas, nos ponen en contacto, nos unen, creamos comunidades. Pero sin embargo, mantenemos problemas de siempre. Porque como siempre no hacemos acciones de transformación. No buscamos solución.

Un día se me ocurrió una idea que pensé que podría ayudar a gente en esta situación. Optimizando la labor de una sola persona o de pocas. Recogiendo lo mejor de la potencialidad de internet, las redes sociales y de herramientas tecnológicas de fácil uso y coste cero. Hoy me he vuelto a acordar de ella y de que sigue estando en ese terreno, el de las ideas. Y sigue ahí no porque uno ande en mil historias y falto de tiempo. Sigue ahí porque hacer acciones de transformación y actuar para cambiar las cosas implica dar la cara, sumergirse en el problema y no guardar distancia con él. Y eso es incómodo porque es más fácil mirar para otro lado e incluso indignarse de vez en cuando, pensar que al fin y al cabo uno no puede hacer nada y que iba a servir de poco. Ponerla en marcha pasaría por sentarme y hablar con ellos, tangibilizarnos y hoy me he dado cuenta que ese es el paso que no me atrrevo a dar. En el fondo soy tan cobarde e hipócrita como todos. 

Antes que llenarnos la boca con grandes objetivos, querer cambiar modelos, luchar contra discriminaciones, participar en debates ideológicos y pensar como arreglar el mundo quizás deberíamos empezar por arreglarnos a nosotros mismos.



Nota.- Por primera vez en cuatro años de blog, soy incapaz de ponerle un título a una entrada

2 comentarios:

  1. Que bien !!me gustó mucho tu entrada sin título.Pensaba que sólo a mi me pasaba eso.
    Sabes? Supongo que dar ese paso cuesta porque implica organización y dedicación .Además , una vez adelante , no hay marcha atrás.
    Saludos :)

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