Esta es una entrada extraña, hay quien la definiría como indebida por ser demasiado transparente. Blogger no es feisbuk, el reino de la felicidad y el buenrrollismo, pero los striptis no son excesivamente habituales y esta entrada lo es.
Ultimamente es frecuente que me pregunten algo similar a: ¿como llegas a todo? A lo que suelo contestar "no llego"; o que me digan ¿es que tu no descansas?. Que más quisiera yo que descansar.
Agotamiento. AGOTAMIENTO. Esa es la sensación en mayúsculas mientras tengo la sensación de estar en la vorágine generada por una rueda en continuo movimiento donde no queda otra opción que seguir corriendo mientras gira. La rueda es alimentada con proyectos a desarrollar, propuestas que te hacen tan interesantes que no sabes decir que no, así como multitud de ideas que esperan el momento para poder ser evolucionadas.
La alternativa es fácil, me direis: baja de la rueda. Al menos dos veces he intentado bajar en las últimas semanas, lo que equivale a un "pause" momentaneo con el único objetivo de recuperar fuelle para seguir la carrera, siendo el resultado todavía peor. Cuando te bajas de una rueda en movimiento lo más probable es que la inercia haga que te pegues un tozolón considerable, como así ha sido. El bajón fue casi peor que continuar en esa larga marcha sin final intentando hacer oídos sordos a las señales de cansancio.
Pocas veces he llegado con tal nivel de agotamiento físico y mental a las "vacaciones" (en esta profesión es difícil hablar de vacaciones) de agosto y eso incrementa mi preocupación, al tener una sensación similar solo cuatro meses después. El nivel de ansiedad es importante así como el de los elementos que identifico como generadores de estrés y que no acabo de erradicar.
El agotamiento no es solo físico, como digo y de difícil recuperación, unido a la escasez de tiempo para hacer una mínima actividad física deportiva. Es fundamentalmente mental, el agotamiento de sentir que estas en una escalada infinita como Sísifo y de la que es difícil salir, o que al menos no encuentras la vía alternativa que te saque de allí.
El agotamiento se extiende a la propia profesión, es difícil encajar la labor que uno hace con el descreimiento más absoluto en el sistema judicial. Conocer los entresijos del sistema de primera mano te hace mejor profesional, pero a la vez ser consciente de las debilidades y errores del mismo tiene difícil encaje con los esfuerzos que se han de aplicar. Invertir horas de tu tiempo para que los resultados dependan en ocasiones de prejuicios o juicios de valor. Aún así tener la fortaleza suficiente para no reducir las horas invertidas, la calidad de tu trabajo, la robustez de tus argumentos, la vehemencia de tus palabras. El esfuerzo es considerable. Y agotador.
No olvidar la vertiente social de tu trabajo, que como otros compañeros entiendes que si no luchas por los derechos no eres abogado, serás otra cosa, pero abogado no; y que eso implica trasladar tu lucha a la mejora de las condiciones sociales, combatir las leyes injustas, las desigualdades que genera el sistema; batallar por la verdadera existencia de un Derecho generador de igualdad, de unas normas generadoras de derechos y no limitadoras de los mismos. Pero mirar a los lados y ver que las filas que deberían estar repletas no lo están por la comodidad e inanidad imperantes en tu propio colectivo. Que lo que debería ser una batalla fácil con unas huestes plagadas se convierte en enormente complicada por repartir el esfuerzo entre tan pocos. Pero no reblar nunca a pesar del cansancio.
A veces me pregunto si siendo agotadora no es la vía cómoda la de mantener la vorágine, continuar acelerando, seguir asumiendo retos y añadir objetivos a la mochila de objetivos a cumplir. Sobre todo cuando una vez cumplido un objetivo sientes que realmente no era gran cosa e inmediatamente te pones otro. Con cómodo me refiero a quizás es más fácil continuar andando sin reflexionar hacia donde vas, o sin pararte porque ello implica una renuncia que no estás dispuesto a aceptar o una toma de conciencia de la situación, que prefieres evitar.
Quizás también me agoto de perseguir un objetivo imposible, de encajar piezas que no encajan, de apostar por la potencialidad más allá de la realidad, de creer que el simple movimiento solucionaría todo sin darme cuenta de la facilidad de que uno acabe andando en círculos, de pensar en la necesidad de andar apoyandose cuando quizás uno debe avanzar solo aunque sea a rastras.
Lo cierto es que prima la sensación de que el tiempo se impone, de que no llevas las riendas, de que siempre hay que estar atendiendo acciones urgentes, plazos, peticiones. De la pluralidad de demandas externas, de que todo el mundo tiene algo que reprocharte, que todos sienten que no les dedicas el tiempo, atención o intensidad que se merecen. De que fallas a quienes quieres y que aun así, uno no tiene tiempo para uno mismo, y que pareces estancado mientras el tiempo avanza a toda velocidad. Que otra vez entras en un nuevo año con sensaciones muy similares. Y que el tiempo no es eterno. Que piensas que has avanzado, que has progresado, que has cambiado y evolucionado. Pero tienes serias dudas de que realmente haya sido así, y estés perdiendo una partida de ajedrez contra el Tiempo. Con mayúsculas.
Siempre he sido una persona que ha huido de las posiciones cómodas, pero quizás esa incomodidad sea mi zona de confort. Sea lo que sea, el resultado es implacable: agotamiento.
Y algo habrá que hacer, aunque no tengo ni puta idea de qué.
Este es el tipo de entradas que nunca deberías hacer, dirían los guruses de la marca personal. Aquellas en las que muestras tus debilidades, que eres humano, que piensas que te equivocas, que dudas sobre ti mismo, el camino que llevas y hacia donde te diriges. Esas entradas que pueden quebrar la confianza, hacer que pierdas clientes o dejes de ser un influencer.
Como dijo Rhett Butler en lo que el viento se llevó: "Francamente, querida, me importa un bledo"
Nota.- Quizás no escriba en unos días. Me esperan unos días de distancia y probablemente de reflexión. Quizás no sea así y escriba. O quizás reflexiones y escriba esas ideas.
En todo caso, querido lector que has llegado hasta el final, Feliz Año. No olvides hacer esos propósitos que nunca cumples, para que este año que viene consigas realizarlos.