Esta entrada viene inspirada por la lectura de esta otra en el blog Hay Derecho. En ella, llega a una serie de conclusiones a partir de una actitud soliviantada, y muchas veces común a muchos profesionales del Derecho, por el habitual comportamiento de muchas personas de opinar sin ton ni son, y desde luego con poco o ningún conocimiento, sobre cuestiones de carácter jurídico. Esto suele generar un comprensible enfado muchas veces derivado de las burradas que se oyen o se leen.
El ejemplo comparativo utilizado en esa entrada no es válido, pues expresa que no veremos a la gente hablar de fisica cuántica o de complejidad similares con la alegría que hablan de cuestiones jurídicas, pero es que el Derecho con mayúsculas, y en esto soy heredero de las teorías antiformalistas, surge por creación del pueblo, con lo cual ¿cómo no va a opinar el pueblo sobre el Derecho? Si las normas las crean nuestros representantes y se nos aplican a nosotros, el ciudadano tiene perfecto derecho a opinar de las normas y de las cuestiones jurídicas.
Otra cosa distinta es la validez de la opinión o la diferencia entre opinar sobre cuestiones generales o éticas o morales o sobre cuestiones técnicas. Que se pueda opinar no quiere decir que toda opinión sea fundamentada o sea válida. Y ahí es donde entran no los límites sino la importancia de la educación y de la información.
La importancia de la educación en no tratar de imponer nuestra razón, en ser críticos con nosotros mismos, y en intentar fundamentar nuestras opiniones.
De ahí deriva la importancia de la información, con el papel de los medios de comunicación y de los profesionales que se dedican a informar sobre cuestiones jurídicas, pues son ellos quienes van a hacer una labor pedagógica en tal sentido.
La realidad es que muchos "informadores" no especializados en el ámbito de tribunales y cuestiones jurídicas, se atreven a opinar sin el debido conocimiento; no solo eso, sino que no acuden a profesionales y técnicos para completar su información, con una absoluta falta de respeto a la calidad de la misma y a las repercusiones para sus informados. Es más, parece que lo importante es primar un sucio espectáculo sobre el rigor de la información, y así saltan de programa en programa, de empresa en empresa, "todólogos" profesionalizados en hablar de lo que sea, sin criterio y sin rigor. Cambiando incluso de complejas temáticas en el mismo programa.
Pero por supuesto que los ciudadanos pueden opinar sobre cuestiones jurídicas, faltaría mas. Otra cosa es que a algunos, no les importe quedar como imbéciles. Supongo que porque en este país, al fin y al cabo, tiene mejor futuro el imbécil, que el que no lo es. Vease nuestra clase política.
interesante.. pero me parese que no es que tiene mejor futuro el imbecil sino que no choca con quienes los controlan, siendo imbeciles se dejan controlar y se guian por un programa sin buscar otras fuentes como para verificar si es cierto lo que se dice
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