Actualmente ocurre todo lo contrario.
Muchas críticas se ciernen sobre el periodismo complaciente, genuflexo y sometido a intereses. De la misma manera que lo anterior poco puede hacer la sociedad por la existencia de un periodismo independiente si sus propios profesionales bajan la cabeza ante estas situaciones y consolidan un sistema perjudicial para todos. Un buen periodismo es un necesario elemento de calidad democrática.
En días pasadas leía una desafortunada entrada diletante en la que entre otras cosas se venía a "reflexionar" sobre el ejercicio de la violencia por parte del Estado y en la que se afirmaba que teníamos una policía absolutamente preparada y no había casos de abusos salvo en algunas policías autonómicas. Realmente no es cierto y si bien hay más casos conocidos en la policía autónoma catalana lo que es de agradecer de la misma es la existencia de cámaras y otros medios de control que han destapado esos conocidos abusos. Desde luego no digo que todo policía abuse. Decir eso sería una barbaridad e injusto. Pero si me he topado con demasiada frecuencia con quejas de detenidos. Y es que aunque sean pocas siempre serán demasiadas y pocas cosas hay más repugnantes que quien tiene el deber de velar por nuestros derechos no lo haga y los lesione. Así es poco edificante que en un video como circulaba hace pocos días un agente manifieste que pueda mentir ante un juez, o la reciente condena a un agente por inventarse un atestado. Por eso ayudan poco posiciones corporativistas del colectivo o "palmaditas en la espalda" o miradas hacia otro lado de jueces y fiscales cuando surge alguno de estos incidentes. Lo más importante como en los ejemplos anteriores es que un cuerpo permanezca limpio y quien más debe hacer por su limpieza son los miembros del propio cuerpo.
Me anticipo al comentario estereotipado y miro a mi propio colectivo, los abogados. Se confunden prácticas incorrectas que serán castigadas por el propio mercado (si tratas mal a un cliente será perjudicial para tu negocio) con conductas contrarias a las normas deontologicas cuyo control debe ser consistencia de los propios abogados por las razones anteriormente expuestas, función que viene encomendada a los Colegios de Abogados los cuales en mi opinión son ineficientes al respecto. Debe hacerse más en ello pues el colectivo es también perjudicado por dichas malas prácticas, sobre todo cuando todo esfuerzo por mejorar nuestra imagen, es poco.
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