Hoy hace un año del repugnante atentado a Charlie Hebdo. En su día escribí esta entrada en mi blog de extranjería en el que pedía que la lucha contra este tipo de criminales intolerantes no fuera a costa de restricción de derechos. No recuerdo que la misma generara ningún malestar ni sobreexcitación. Mi postura se puede compartir o no compartir, todo ello desde el respeto.
Hace otras semanas hubo otro salvaje atentado en París, nuevamente el terrorismo yihadista golpeaba la ciudad. Aquella noche tuitee al respecto y traté de trasladar la misma idea, que la lucha contra el terrorismo no suponga recortes de derechos y libertades. Aquella noche me llovieron insultos, faltas de respeto y demás hasta el punto que tuve que bloquear a varios (bastantes) tuiteros ante su agresividad verbal y su nulo respeto hacia las ideas de los demás, por no hablar de los unfolous que me cayeron (tanta paz lleven como dejaron quienes se fueron).
La idea era la misma. La respuesta no.
¿Qué pudo pasar para esta diferente reacción? Quizás influyera la manera de expresarme y no estuviera del todo acertado, pues así hubo quien me lo dijo respetuosamente. O no se entendiera el sentido de lo que quería transmitir, como también pude intuir en algunos interactuantes. Seguramente también el medio, no es lo mismo la capacidad de expresarse en un blog que da más espacio para desarrollar las ideas que en un tuit. Y desde luego la lectura de un blog es más sosegada que la inmediatez de un tuit que puede influirse por el estado anímico visceral y emocional del lector.
Estoy convencido que todo lo anterior influyó en mayor o medida ante esa diferente respuesta. Pero no solo eso. Aparte de los cafres, que los hay, por muy ilustrados que se crean, lo cierto es que más de 12 años en redes sociales sirven para haber experimentado situaciones y ver como en estos momentos algunas de las ya vividas se reproducen. Y de unos meses a esta parte se está generalizando algo que viví ya hace tiempo que es una cada vez mayor intolerancia hacia quien piensa distinto y a vivir con mayor visceralidad y agresividad la discrepancia y el rechazo a quien entendemos diferente.
Hay determinados momentos de cambio que generan desestabilizaciones quizás fruto de la habitual resistencia al cambio. Y estamos en un momento de cambio. Ya hace meses que llevo diciendo a quien me quiere escuchar la poca conveniencia de entrar en determinados debates y discusiones que solo van a conducir a enfrentamientos dialécticos con personas que quieren imponer sus planteamientos, y lo poco productivo y beneficioso de estas situaciones en las que es mejor no entrar. Con algunos tuiteros que llevamos ya unos añitos en tuiter coincidiamos en determinados sentires y en como ha cambiado la red social y las relaciones que encontramos, ya no hay debates como antes, ni aprendizaje, hay poca aportación de calidad y las interacciones se han trasladado esencialmente a otras relaciones que nos satisfacen menos, de comadreo, pandillitas con el afín y despreciar y atacar al que piensa diferente o distinto (que es precisamente el que más enriquece) o al que no es de la "pandi", todos ellos comportamientos muy niñatos que generarán sus beneficios para quienes tienen determinadas carencias, pero que a otros nos repele.
En la discrepancia están muchas veces el aprendizaje y la formación de opinión. El que ataca a quien piensa diferente, simplemente se retrata. Déjales. En el pecado llevan la penitencia.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo
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